Estamos entrando ya en la época navideña y con ello se redoblan los riesgos de accidentes viales, especialmente por el aumento del consumo de licor a lo largo de estas semanas de convivios y parranda, lo que obliga a las autoridades y a los pilotos responsables a redoblar las medidas de precaución porque, desafortunadamente, la mezcla de alta velocidad, licor y falta de educación vial se convierte en explosiva y, en demasiados casos, mortal.
En otros países se ha logrado reducir drásticamente la mortalidad por accidentes viales debido a severas medidas que se adoptan contra los infractores. Conductores que muestran exceso de alcohol en la sangre, más allá de límites claramente establecidos en la ley, pueden sufrir sanciones que llegan a revocar de por vida la licencia de conducir, lo que hace que la gente sea mucho más recatada a la hora de beber y se abstengan de sentarse al volante de un vehículo.
Lo mismo pasa con quienes conducen a velocidades excesivas o llevan sobrecargados sus vehículos y en el caso de unidades de transporte colectivo o de taxis, la sanción es doble porque se supone que los que se dedican a manejar profesionalmente para llevar pasajeros tienen doble responsabilidad.
En Guatemala, desafortunadamente, de nada servirían esas leyes porque las policías de tránsito solo sirven para hacer embotellamientos y pitar a diestra y siniestra a fin de rempujar vehículos donde ya no caben. Las normas reglamentarias no son observadas por esos agentes que se hacen de la vista gorda de cuanta disposición se emite y por lo tanto no hay esperanza de que, aún y si en un arranque de lucidez y honestidad los diputados aprobaran leyes adecuadas para incrementar la seguridad del tránsito, de todos modos serían inútiles porque para los agentes de las PMT no hay más ley que lo que les diga su alcalde, quien generalmente no tiene la menor idea de qué es lo que debe hacerse.
Eso nos obliga a los conductores a extremar precauciones y redoblar nuestro estado de alerta en estos días en que hay tanto accidente producto de la irresponsabilidad de mucha gente. A falta de sanciones efectivas, de programas de prevención y educación vial, no queda sino manejar a la defensiva, como lo hemos tenido que aprender a hacer los guatemaltecos, porque nadie hace nada para ordenar el tráfico, para eliminar las causas de los accidentes o para sancionar como corresponde a quienes irresponsablemente siegan vidas humanas empuñando un timón que se convierte en arma verdaderamente mortífera.
Minutero:
Con los policías municipales
el tránsito es un gran embrollo;
no entienden que el rollo
es sancionar a los que hacen tantos males