La mayoría de los paraguayos continúa esperando que el magnate tabacalero Horacio Cartes, que hoy cumple tres meses en el poder, abandone la etapa de las promesas y pase a la acción para luchar contra la pobreza, la informalidad laboral y la paralización del consumo interno, según analistas.
«Para la población es todo un enigma las acciones futuras de Cartes porque en su campaña electoral generó gran expectativa al prometer empleos para luchar contra la pobreza pero hasta el momento no hay señales en ese sentido», dijo el analista político Ignacio Martínez en entrevista con The Associated Press.
Añadió que «se percibe en todos los sectores de la sociedad una preocupación porque, lentamente, las promesas de Cartes van hacia el olvido, tal como ocurriera con los gobiernos anteriores. Hasta el momento no se nota que sea un presidente diferente a sus predecesores inmediatos como Nicanor Duarte y el ex obispo católico Fernando Lugo».
Cartes, de 57 años, ganó las elecciones del 21 de abril como candidato del Partido Colorado para gobernar hasta 2018.
Al asumir el mando encontró un país con una población de 6,5 millones de habitantes de los cuales 38% es pobre y dentro de esa franja 19% se encuentra en situación de miseria, según la Oficina de Censo y Estadísticas.
En una breve reunión con periodistas el viernes, Cartes dijo que «se han alcanzado algunas metas, pero hay mucho por mejorar. Por ejemplo, mejoramos en recaudación aduanera».
Zunilda Duarte, de 53 años, se mostró desilusionada mientras hurgaba en un contenedor de basura tratando de rescatar frutas que no estuvieran podridas junto a su nieta de 8 años. La mujer recorre cada mañana el mercado central de abasto de Asunción colectando frutas desechadas por los puestos de venta.
«Para mí desde hace tres meses la situación económica empeoró porque los precios en las tiendas y supermercados suben y el jornal diario que ganan mis dos hijos albañiles es el mismo: 45.000 guaraníes (9,7 dólares). Es una miseria. Yo llevo a casa las frutas que otros tiran a la basura», comentó hablando en idioma guaraní.
Dionisio Borda, ministro de Hacienda en los gobiernos de Duarte (2003-2008) y Lugo (2008-2012) dijo que, de acuerdo con datos de su empresa consultora, «la pobreza rural es de 44,8% y la miseria es de 29,6%, en el campo. Son indicadores diferentes a los de Asunción. El gobierno debe extender la asistencia monetaria directa para que no haya una transferencia generacional de pobreza. Estas acciones, obvio, demandarán muchos recursos del Estado» que actualmente no existen.
Anastasia González, propietaria de un café al paso, dijo a la AP que «un plato de comida del menú del día cuesta 12.000 guaraníes (2,4 dólares). Los clientes de clase media protestan porque apenas lo pueden pagar, entonces me piden medio plato. Me informan que en las plazas del centro de Asunción la comida del mediodía es más barata pero es caldo; yo ofrezco guisos de arroz o fideos».
Desde su punto de vista, «la gente se queja igual que antes porque no hay empleos y el dinero no tiene mucho valor» adquisitivo.
Para el analista económico Ricardo Rodríguez «el crecimiento del PIB (Producto Interno Bruto) en 2013, según previsiones del Banco Central, sería de 13%, pero no se reflejará en las clases media y baja porque es un indicador derivado de las exportaciones de soja y carne vacuna producidas por un pequeño grupo de agricultores mecanizados».
Agregó que además «en estos momentos la demanda interna, es decir el consumo, está frenada por la mora excesiva del sector público en el pago a contratistas y proveedores. No hay dinero circulando».
Ante las críticas, el ministro de Industria y Comercio, Gustavo Leite, anunció en conferencia de prensa que el gobierno «liberará (para el pago a contratistas y proveedores) unos 900 millones de dólares en los próximos días para dinamizar la economía hasta fines de diciembre».
No obstante, el ex legislador opositor Ronaldo Dietze, actual rector de una universidad privada de carreras para el desarrollo rural, dijo que Cartes «debería ordenar la devaluación del guaraní (moneda paraguaya) para hacer frente a la devaluación del peso argentino que genera el bajo precio de productos argentinos. Estos ingresan masivamente de contrabando al Paraguay».
«Paraguay tiene mucha estabilidad monetaria pero vemos que no es buena, finalmente, porque el guaraní tiene más valor que el peso argentino. Entonces, una parte importante del dinero se va a la Argentina y los comerciantes e industriales paraguayos no venden sus productos», explicó.
El contrabando es un flagelo sin control debido a las extensas fronteras delimitadas por ríos o líneas imaginarias con Argentina y Brasil, sin presencia masiva de policías, militares y personal aduanero.