La basura se acumula en las calles en torno de la mezquita que aloja la sepultura del profeta Mahoma. Los almacenes han cerrado sus puertas y casi la mitad de las empresas de construcción pequeñas han interrumpido su actividad en Arabia Saudí.
La situación se debe a que los trabajadores extranjeros, de los que dependen muchos negocios, se han ido, se han ocultado o fueron arrestados en una ofensiva lanzada el 4 de noviembre contra los 9 millones de trabajadores migrantes. Décadas de escasa vigilancia permitieron a los migrantes ocupar cargos no especializados, manuales o de servicios de escasa paga, que los propios ciudadanos rechazan.
Ahora las autoridades dicen que desalojar a los migrantes abrirá más empleos para los ciudadanos, en momentos en que el desempleo entre los saudíes ascendía a 12,1 % a fines del año pasado, según el Fondo Monetario Internacional. Pero el fervor nacionalista que subyace a la represión torna a los trabajadores migrantes vulnerables a ataques de vengadores saudíes disgustados por la cantidad de extranjeros en su país.
La mayoría de trabajadores provienen de India, Pakistán, Bangladesh, Indonesia y Filipinas, además de Egipto y Yemen. Otros, en su mayoría oriundos del África oriental, nunca han tramitado visas y han atravesado el Golfo de Adén en embarcaciones precarias hasta Yemen, desde donde ingresan ilegalmente al reino con la ayuda de coyotes.
Desde que el gobierno saudí empezó a emitir advertencias este año, cientos de miles de trabajadores extranjeros han sido deportados, aunque algunos lograron evitar el arresto consiguiendo visas al amparo de una amnistía. Esta terminó la semana pasada y desde entonces unas 33 mil personas han sido encarceladas. Otros se han ocultado.
A falta de mano de obra, 20 mil escuelas se encuentran sin conserje, reportó la Gaceta Saudí, respaldada por el estado. Otras carecen de conductores de autobuses escolares. La basura se ha acumulado de tal manera en torno de la mezquita con la tumba del profeta que un alto funcionario municipal en Medina colaboró barriendo las calles, informó el cibersitio oficial Arab News.
Un 40% de las firmas de construcción pequeñas en el reino han dejado de trabajar porque sus trabajadores extranjeros no pudieron conseguir visas a tiempo, dijo Jalaf al-Otaibi, presidente de la Federación Mundial de Comercio, Industria y Economía en el Medio Oeste, a Arab News.
Los saudíes dicen que docenas de negocios como panaderías, supermercados, gasolineras y cafés están cerrados. Dicen que los precios también han subido para servicios de mecánicos, plomeros y electricistas.
El propietario de una compañía multimillonaria de construcción en Riad dijo que tuvo que interrumpir todos sus proyectos. «Esta gente ha trabajado en este país y su sangre está en las piedras y en los edificios», dijo, con la condición de no ser identificado por temor a represalias del gobierno. «No se los puede echar simplemente porque sí».
A pesar de lo que significa la pérdida de los servicios que los trabajadores extranjeros ofrecían, muchos saudíes han aplaudido a la policía en la ofensiva. Y algunos han tomado la justicia por su propia mano, a pesar de exhortaciones de la policía a que los civiles no arresten a los extranjeros.
Durante el fin de semana, varios saudíes vecinos del barrio pobre de Manhoufa, en Riad, se enfrentaron con etíopes, incluso arrestaron a algunos hasta que la policía llegó horas más tarde. Hay un video de un grupo de saudíes que tocaron a la puerta de un etíope, los sacaron a la fuerza y le dieron una golpiza en la calle. Un saudí y un inmigrante perecieron en docenas de enfrentamientos.
«Esto no es racismo o falta de respeto por la diversidad, pero usted no puede imaginar todo lo negativo que viene de estas personas, que todos los días causan problemas», dijo Abdulaziz al-Qahtani, quien publicó en internet un video de los enfrentamientos en Riad que dijo fue grabado por un amigo.