Miles de personas asaltaron un almacén de arroz en una isla devastada por el tifón Haiyan, informaron las autoridades, lo que subraya la urgente necesidad de agua, alimentos y medicinas en una región cada vez más desesperada.
Cinco días después del paso de una de las tormentas tropicales más violentas de que se tenga noticia en el centro de Filipinas, comenzaba a aumentar el ritmo de las operaciones de asistencia y dos aeropuertos comenzaron a recibir vuelos de ayuda, aunque no con la rapidez suficiente para unas 600 mil personas desplazadas, muchas de ellas desamparadas, hambrientas y sedientas.
Pero la ciudad de Tacloban, que llevó la peor parte en el golpe del meteoro, está recibiendo cantidades mínimas de agua y alimentos debido a la falta de camiones y las carreteras dañadas.
«Traer suministros a esta zona es un gran problema», dijo Sebastian Rhodes Stampa, de la Oficina de las Naciones Unidas para la Coordinación de Asuntos Humanitarios.
«En los últimos días han llegado numerosos efectivos de seguridad, pero no otras cosas. Vamos a tener un problema real de logística para hacer llegar la asistencia», dijo desde el aeropuerto de Tacloban. «La razón por la que no hay camiones es que las carreteras están cerradas», agregó.
Aviones, barcos y camiones se dirigían a la región afectada, cargados con generadores, purificadores de agua y linternas. Los aeropuertos reabrían en la región y los militares estadounidenses dijeron que instalaban equipos para permitir que el averiado aeropuerto de Tacloban operase constantemente.
El alcalde de Tacloban, Alfred Romuáldez, instó a los residentes a salir de la ciudad porque las autoridades locales tenían dificultades para suministrar alimentos y agua y mantener el orden, reportó el New York Times. El alcalde agregó que la ciudad necesitaba desesperadamente camiones para distribuir la ayuda que se estaba acumulando en el aeropuerto local como equipos para extraer cadáveres de entre los escombros.
En las primeras muertes reportadas como resultado de los saqueos, ocho personas fueron aplastadas el martes cuando se derrumbó una pared que las víctimas y otros trataban de escalar cuando asaltaron un almacén de arroz en la isla Leyte Island, dijo Rex Estoperez, portavoz de la Dirección Nacional de Alimentos.
Los saqueadores en el municipio de Alangalang se llevaron unos 100 mil sacos de arroz, dijo.
Desde el paso del tifón, la gente ha entrado por la fuerza en casas, centros comerciales y gasolineras, de donde se han llevado alimentos, agua y otros artículos. Hay reportes no confirmados de la participación de pandillas armadas en algunos casos.
La policía trataba de mantener el orden en la zona afectada con una imposición de un toque de queda de 8 de la noche a 5 de la mañana.
«Hemos restaurado el orden», dijo Carmelo Espina Valmoria, director de la fuerza especial de la Policía Nacional Filipina. «Ha habido saqueos en los últimos tres días, pero la situación se ha estabilizado».
El general de brigada estadounidense Paul Kennedy dijo que el miércoles sus solados instalarían equipos en el aeropuerto de Tacloban para permitir el aterrizaje de aviones por la noche. Tacloban, una ciudad de 220 mil habitantes, quedó prácticamente destruida el viernes por el tifón y se ha convertido en principal centro de asistencia.
«Van a ver no solo algunos infantes de Marina, aviones y helicópteros», dijo Kennedy. «Van a ver cómo todo el Mando del Pacífico responde a esta crisis».
Un barco de carga noruego con suministros salió de Manila, mientras que un avión de la Fuerza Aérea de Australia despegó de Canberra con un equipo médico. Bancos estadounidenses y británicos también se dirigen a la región.
En el deteriorado aeropuerto de Tacloban se han instalado clínicas improvisadas y miles de personas esperan un vuelo que las saque del desastre. Un médico dijo que el martes recibieron los primeros suministros de antibióticos y anestésicos.
«Hasta ese entonces los pacientes tenían que aguantar el dolor», dijo el Dr. Victoriano Sambale.
El saldo oficial de la agencia nacional de desastres aumentó a 2 mil 344 muertos hoy, según un recuento nacional. Se cree que la cifra podría aumentar significativamente cuando se recaben informes de toda la zona del desastre, que abarca una vasta zona del este y centro de las Filipinas pero que parece concentrarse en las islas de Leyte y Samar.
Por lo menos 580 mil personas han sido desplazadas por el desastre. En algunos lugares, la marea llegó un kilómetro tierra adentro, causando más destrucción y pérdida de vidas.
Las afectaciones a la infraestructura y las malas comunicaciones han dificultado ofrecer una cifra de muertos exacta.
«Nos queda muchísimo por hacer. No hemos podido llegar a las comunidades remotas», dijo en Manila Valerie Amos, encargada de operaciones humanitarias de la ONU, al lanzar una exhortación para recaudar 301 millones de dólares en asistencia para ayudar a más de 11 millones de personas afectadas por la tormenta.