Las esperanzas del presidente Barack Obama de alcanzar un acuerdo con Irán sobre sus actividades nucleares dependen ahora de su habilidad para mantener a raya a republicanos en el Capitolio y a nerviosos aliados en el exterior, incluidos Israel, Francia y las naciones árabes del Golfo Pérsico.
Cada una de las partes cautelosas está guiada al menos en parte por intereses políticos internos. Pero también comparten temores de que Obama pudiera desear tan intensamente un avance sustancial con Irán que estaría dispuesto a aceptar un acuerdo que alivie prematuramente las presiones económicas sobre Teherán y dé margen de maniobra a la república islámica para que produzca un arma nuclear.
«Todos queremos diplomacia», le dijo el senador republicano Bob Corker a NBC News. «Pero también nos preocupa un gobierno que parece realmente listo a lanzarse a los brazos de otros y potencialmente ceder parte de la capacidad de presión que tenemos».
De hecho, no hay duda de que Obama desea un acuerdo con Irán, que pudiera darle impulso en un período difícil de su presidencia que ha incluido el problemático lanzamiento de su ley de salud pública, nuevas revelaciones de espionaje gubernamental y declinantes tasas de aprobación. Negociaciones exitosas con Irán validarían además la convicción de Obama de que Estados Unidos debe estar dispuesto a negociar con adversarios sin precondiciones.
Obama y sus asesores rechazan la idea de que están siendo ingenuos sobre las verdaderas intenciones de Irán. E insisten en que el mundo debe poner a prueba si el nuevo presidente iraní Hasán Ruhani habla en serio acerca de su anunciado deseo de mejorar sus relaciones con Occidente.
Colin Kahl, que fungió como un alto funcionario del Pentágono para el Oriente Medio durante el primer período presidencial de Obama, afirmó que precisamente el hecho de que el éxito o fracaso de un acuerdo sobre el tema nuclear pudiera ser tan crucial para la presidencia de Obama asegura que el gobierno no aceptará un pacto insatisfactorio con Teherán.
«El presidente considera que el impedir que Irán obtenga un arma nuclear no es sólo central para los intereses de seguridad de Estados Unidos, sino también para su propio legado», dijo Kahl, ahora investigador en el Center for a New American Security (Centro para una Nueva Seguridad Estadounidense). «Ellos no van a aceptar un acuerdo inconveniente».
Las conversaciones entre Irán y seis potencias mundiales — Estados Unidos, Francia, Rusia, China, Gran Bretaña y Alemania — concluyeron el fin de semana sin un acuerdo preliminar que habría sentado las bases de negociaciones futuras. Diplomáticos dijeron que las conversaciones se vinieron abajo en parte porque las potencias internacionales se negaron a reconocer formalmente el derecho de Irán a enriquecer uranio.
Francia dijo además que los límites propuestos a la capacidad de Teherán de producir combustible nuclear son insuficientes, y expresó preocupación específicamente sobre un reactor de agua pesada (óxido de deuterio) que se tiene pensado construir, el cual produciría mayores cantidades de un subproducto del plutonio que podría ser usado en la producción de armas atómicas.
Funcionarios occidentales trataron de restar importancia a las preocupaciones francesas, pero los comentarios crearon interrogantes de que pudiera haber divergencias en la coalición internacional.