Los testigos vieron con incredulidad y espanto cómo un avión atravesaba los muros del aeropuerto de Congonhas en Sao Paulo, cruzaba una avenida y se estrellaba en llamas contra un local comercial, para provocar lo que ya perece ser el mayor accidente aéreo de la historia en Brasil.
El vendedor de informática Ialmo Junior Matos contó a la AFP que «el avión aceleró al llegar al final de la pista e intentó remontar vuelo y evitar la avenida, pero entonces entró al edificio y explotó».
«Muchas personas saltaron por las ventanas del edificio impactado, fue terrible», afirmó el médico Douglas Ferrari, que auxilió a los bomberos en los socorros a las víctimas del accidente.
«Vi unos 25 cuerpos carbonizados en los alrededores del avión y a una pareja muerta dentro de un auto, pero no había niños entre las víctimas», se consoló Ferrari.
Una pareja de vendedores ambulantes, que corrió para no ser golpeada por el aparato, aseguró que el lugar «estaba lleno de gente» cuando ocurrió el accidente.
El Airbus 320, que era el vuelo JJ 3054 de la Tam, había partido de Porto Alegre (sur) a las 17h16 locales (20h16 GMT) y al intentar aterrizar en Congonhas, a las 18h50 locales (21h50 GMT), derrapó, salió de la pista y del aeropuerto, atravesó una avenida aledaña y se introdujo en el local de una subsidiaria de carga y encomiendas de la aerolínea.
Nadie podía creerlo: por radio, televisión e internet se conocieron las primeras noticias, en principio confusas, con el recuerdo todavía doloroso de otro accidente aéreo que dejó 154 muertos en septiembre, cuando un avión de la Gol chocó en el aire sobre la región amazónica con un jet ejecutivo.
Las llamas se extendieron rápidamente en el local de la Tam, el tránsito fue cerrado por precaución en los alrededores de Congonhas y muchos temieron la explosión de un puesto de gasolina contiguo al local afectado.
Ferrari aseguró que la parte delantera de la aeronave se desintegró completamente al chocar con el edificio. No obstante, un periodista de la AFP constató que la cola del aparato se veía completa sobresaliendo del local invadido.
Según el médico, la acción de los bomberos fue dificultada por las altas temperaturas y la cortina de humo que impedía la visión y amenazaba la respiración de los 200 efectivos que se encontraban en el local con 70 carros contra incendios.
Cuando los periodistas llegaban con inconvenientes al lugar del accidente -por el corte del tráfico- se encontraron con una nueva limitación: se estableció un cordón que limitó sus movimientos por razones de seguridad.
En Porto Alegre (sur de Brasil), de donde el vuelo había partido, una multitud tomaba por asalto el auditorio del aeropuerto para obtener informaciones del destino de sus allegados, en medio de desgarrradoras escenas de dolor y llanto, informaron los medios de prensa.
La compañía aseguró a los desesperados parientes y amigos que trabaja «con el máximo de agilidad y cuidado para confirmar la identidad de las personas a bordo del vuelo» y que ellos serían los primeros informados.
El gobernador de Sao Paulo, José Serra, dijo horas más tarde que el avión soportó temperaturas de 1.000 grados centígrados, lo que dificultaría la identificación de los cuerpos.
En el avión viajaba el diputado federal Julio Radecker, de la oposición socialdemócrata.
Una nueva tragedia se abatió sobre Brasil, y horas después del accidente los parientes y amigos se preparaban a una larga vigilia en espera de noticias.