Chusco caso en juicio oral y público


Eduardo-Villatoro-2013

Lo que se me ocurre para escapar de la realidad es asomarme a un caso chusco referido a la aplicación de justicia, y compartirlo con mis contados lectores, con el riesgo de que se me considere pueril o superficial; o que esta historia ya la leyeron por Internet; pero hoy no tengo ánimos de tomar las cosas en serio.

Eduardo Villatoro


Cuentan que don Quincho manejaba su destartalado vehículo cuando un pesado camión de carga lo embistió. El setentón, con el apoyo de una organización civil, demandó a la poderosa compañía de transporte propietaria del tráiler. Al realizarse el debate oral y público en proceso abreviado, el prepotente abogado de la empresa le cuestiona al agraviado:

-En el lugar del accidente ¿dijo usted “Estoy bien”?. Don Quincho respondió: -Bueno, yo acababa de subir a la Lencha, mi vaquita preferida, al … El letrado lo interrumpió tajantemente: -No le estoy preguntando detalles del caso, sino que simplemente se concrete a responder la pregunta. Repito: En el sitio del accidente dijo usted “Estoy bien”, ¿Si o no?

Don Quincho -Bueno, acababa de subir a la Lenchita al picop, pues iba manejando por la …. El picapleitos intervino nuevamente con aspereza: -Señor juez, estoy tratando de establecer el hecho de que en la escena del accidente este hombre le dijo al agente de la Policía que se encontraba bien. Pasadas varias semanas plantea una demanda para cobrar hospitalización y costos mecánicos a mi patrocinada. Es un engaño, un fraude. Por favor, dígale al señor que simplemente conteste “Sí o no”.

La curiosidad ya le había picado al juez, así que le espetó al abogado -Quiero saber lo que el hombre tiene qué decir de su vaquita la Lencha.

Don Quincho continuó: -Gracias, don juez. Como decía, acababa de subir al picop a la Lencha, mi vaquita preferida, pero cuando iba por la carretera el chofer de un enorme camión, ignoró el letrero que dice “Alto” y le fue a dar un morongazo a mi camioncito. Yo salí volando y acabé tirado en una zanja. La Lencha también fue a parar en otra zanja, pero al otro lado del camino.

Don Quincho sorbió un poco de agua y prosiguió: -Estaba tan adolorido que no quería ni moverme, pero podía oír a mi pobre Lenchita mugiendo y quejándose mucho. Sus mugidos eran de dolor.

Hizo una breve pausa y reanudó: -Al buen rato de estar tirados en las zanjas, llegó un policía. Oyendo los terribles mugidos de la Lencha fue a verla. Después de mirar qué tan mal estaba sacó su pistola y le pegó un balazo en medio de los ojos. ¡Cabal tu pisto! Mi vaquita dejó de sufrir, pero murió. Enseguida, el policía vino a donde yo estaba tirado y aún con la pistola humeante en la mano me preguntó “Y usted, ¿cómo se siente; cómo está?” Con todo respeto, don juez, usted ¿qué chingados hubiera respondido? Pues yo le dije al policía: “Estoy bien”.-¡Por baboso me iba a arriesgar que el chonte me zampara un plomazo!..