Decenas de atemorizados campesinos guaraníes del sudeste de Bolivia pernoctan a la intemperie o en pequeñas tiendas desde la semana pasada cuando un sismo de 4,7 grados sacudió la tierra y rajó sus casas aunque no provocó muertes.

El último sismo registrado en esa aldea rural fue en 1949 y tuvo una intensidad de 5 grados, según el observatorio sismológico San Calixto.

Aunque las réplicas son débiles los pobladores se niegan a regresar a casa por temor a un nuevo sacudón como el del 15 de octubre, dijo el jueves Rodolfo Vallejo, alcalde del municipio de Cabezas, 540 kilómetros al sureste de La Paz.

La gobernación de la provincia de Santa Cruz llevó ayuda material y está brindando asistencia psicológica a unos 700 pobladores, en su mayoría agricultores.

«Yo no pienso regresar, prefiero pasar la noche en un sitio abierto», dijo Luis Nogales, de comunidad de Cotoca.

Cincuenta de las 200 casas afectadas por los temblores quedaron inhabilitadas por las rajaduras que provocó el sismo, dijo el viceministro de Defensa Civil Oscar Cabrera.