Desconocer la historia


Editorial_LH

No cabe duda que el exministro de Finanzas, Pavel Centeno, quiso ayudar al gobierno a mejorar los ingresos y se le ocurrió proponerle al Presidente que el Ejército se hiciera cargo de la seguridad en las aduanas para controlar el trasiego de mercancías que pasan por ese sistema que parece coladera por la enorme cantidad de agujeros que presenta debido a la existencia de una muy extensa red para ejecutar el contrabando.


Pero tampoco puede caber duda de que el entonces ministro demostró su absoluto desconocimiento de la historia, porque precisamente cuando se asignó al Ejército la seguridad de las aduanas fue cuando se consolidó el sistema que hoy tiene de rodillas a la SAT, a Finanzas y al mismo Estado que pierde miles de millones de quetzales en recursos que se evaden por la mercadería que no paga impuestos.

El control de la mercadería que entra en las aduanas no es una materia de competencia de quienes han sido formados para librar guerras. Cierto es que las fuerzas armadas en el país han dispuesto de eficientes aparatos de inteligencia que, bien usados, podrían ayudar a controlar los grupos que cooptaron las aduanas desde finales de los años setenta, pero resulta que esos grupos son también parte de ese aparato de inteligencia y prevalece el dicho de que entre bomberos no se machucan la manguera.

Existen en la actualidad eficientes y modernos sistemas de vigilancia que podrían utilizarse, si hay voluntad política y determinación, para acabar con el trasiego de mercadería que pasa por las aduanas sin que sean siquiera reportados los furgones que la contienen. Mucho más eficiente que un retén militar sería la instalación de un equipo de vigilancia que permita seguir paso a paso lo que ocurre con cada uno de los embarques que llegan a las aduanas. De todos modos, el Ejército siempre cobra al gobierno cualquier servicio adicional que presta, como ocurre con la seguridad ciudadana, por lo que el tema del gasto no debiera ser problema a la hora de buscar soluciones técnicas y efectivas para desbaratar las redes del contrabando.

Cuando en tiempos de Arzú se atrapó a Alfredo Moreno y se le presentó como el capo del contrabando, se cometió el mismo error que hoy se comete, porque es una enfermedad que no se resuelve poniéndole curitas al enfermo. El Presidente conoce perfectamente el papel que han jugado colegas suyos en ese negocio multimillonario y la influencia que aún mantienen en las filas del Ejército, por lo que es importante conocer muy bien la historia si la intención real es resolver el problema del contrabando, cosa que aún está por verse.

Minutero:
Actuó más de dos años sin freno
burlándose hasta del pobre Congreso;
hoy el ministro Centeno
perdió por completo su peso