Si se reconoce que el problema del contrabando y del control de las aduanas por los contrabandistas se consolidó durante la administración de Romeo Lucas García cuando Finanzas y particularmente las aduanas pasaron a control del Ejército, pretextando razones estratégicas pero en realidad por el negocio floreciente, podría uno suponer que por esa razón y porque los grupos que han dirigido el contrabando en el país tienen vínculos con grupos de militares ya de baja, el Gobierno dispuso que fuera el Ejército la institución a cargo de la intervención de las aduanas.
Cuando se destapó el célebre caso Moreno, fue evidente que Alfredo Moreno no era más que un operador de confianza de los grupos militares que manejaban el negocio. Al catear la casa del que fue señalado como “capo del contrabando” en el país, pero que en realidad era el hombre que hacía los mandados a los verdaderos capos, aparecieron fotografías y documentos en los que se reflejaba su estrecho vínculo con personajes que fueron importantes en el control de las aduanas desde finales de los años setenta, precisamente en tiempos de Lucas.
Pero eso no significa que los militares de hoy sean el elemento idóneo para resolver el problema del contrabando, como tampoco lo fueron en aquellos días en que se les confió el control absoluto, sin una intervención formal, de todo el sistema de aduanas en el país. Cierto es que con controles técnicos no se puede contener un poder tan grande y tan organizado como el que tienen los contrabandistas sobre las aduanas, pero en este caso no creemos que se trate de desatar una guerra, sino de usar la inteligencia, en todo el sentido del término, para atacar tanto a los operadores que hacen posible el contrabando como a los empresarios que lo fomentan.
El Ministro de Finanzas dice que no tienen toda la información sobre las redes y por ello es importante la intervención. La decisión de intervenir militarmente a la misma SAT, dejando como interventores a los actuales responsables tanto de la entidad como de las aduanas, no tiene una lógica que podamos llamar abrumadora aunque se entiende porque cada quién actúa conforme a su propia formación y el general Pérez Molina tiene confianza en sus colegas.
La SAT pudo pedir ayuda al Ejército para montar retenes en las carreteras para exigir la documentación aduanal, si es que eso es lo que se busca con la fuerza militar.
Pero debe saber que si tras la intervención no se produce un incremento notable en la recaudación aduanera, el fracaso ya no será sólo suyo y de la SAT, sino también de la institución armada.
Minutero:
Lucas les dio las aduanas
y ellos le entraron con ganas;
ahora van a intervenir
con fuerza para reprimir