En Guatemala cuesta tanto lo básico, lo que es la esencia de la convivencia universal, cuesta mucho lograrlo porque vivimos una cultura de irrespeto y pareciera un ejercicio nacional el de buscar vericuetos para jugarle la vuelta a las normas y pasar sobre ellas. Hoy entra en vigor plenamente la nueva disposición del Reglamento de Tránsito que obliga no sólo al uso de distintivos para hacer visibles a los motoristas, sino que además sanciona que éstos circulen entre los carriles diseñados para marcar a todos los vehículos la línea a seguir sin que sea permitido conducirse en el medio de la división de los carriles.
Cuando uno ve el tránsito cotidiano y observa la gran cantidad de motos que se meten entre los carros, no puede entenderse cómo es que apenas se han emitido sanciones a 800 conductores si en todas las esquinas y cruceros se produce el mismo fenómeno de motoristas apuñuscados metiéndose en zigzag entre los otros vehículos.
Cuesta entender por qué somos tan reacios a cumplir y respetar las leyes y reglamentos que tienen la finalidad de asegurar la convivencia pacífica y segura entre los habitantes de la República de Guatemala. Pero para ilustrar el tema hay que recordar que el primer día de vigencia de la ley fue alto el número de motoristas que demostraron su deseo de comportarse de acuerdo con la nueva norma, pero cuando vieron que los otros, a los que les vale gorro la ley, hacían lo que les daba la gana sin recibir siquiera una advertencia, no digamos una sanción, casi todos volvieron a actuar como si anduvieran en carritos locos. En otras palabras, la falta de acción de la autoridad, la indiferencia insolente de la Policía Municipal de Tránsito de la ciudad de Guatemala y de muchas otras en el país, se convirtió en el gran aliciente para burlarse de la disposición adoptada pensando en la seguridad.
Nuestras autoridades, en general, son un mal ejemplo para los ciudadanos porque los primeros que no cumplen las leyes son ellos. Los primeros que se aprovechan de la impunidad para mantener sus negocios y sacarle provecho al ejercicio del poder son quienes gobiernan los municipios y quienes gobiernan el país.
Cumplir la ley en Guatemala queda para los babosos porque quien actúa enmarcando sus actos en las normas, está en desventaja respecto al que las viola. El comerciante honesto pierde frente al contrabandista, el automovilista respetuoso se queda atrás del abusivo y como aquí nadie es sancionado, resulta que los cumplidores quedan como si fueran pendejos.
Minutero:
Como los cánones están rotos
y nadie respeta las normas
ya se idearon las formas
de violar el control a las motos