Localizado en la colina del ex Fuerte de San José de Buena Vista, el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, con treinta y cinco años de existencia, ha sido testigo de acontecimientos políticos y culturales que hoy son desconocidos por la gran mayoría de la población, que en gran parte han definido el rumbo de la identidad guatemalteca.
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El terreno donde hoy se encuentra el Teatro ha sufrido transformaciones a lo largo de los años, aunque siempre ha conservado cierto protagonismo en la historia del país.
La historia del lugar inicia el 25 de mayo de 1845, cuando fue inaugurado el Fuerte San José, para la defensa del Estado, que también funcionaba como prisión.
Más adelante, en 1872, es transformado en cuartel y primera escuela primaria pública, a petición de Justo Rufino Barrios, dando así el primer paso a favor de la cultura.
Hasta el 20 de octubre de 1944 fue ocupado por la milicia, que debió de abandonar las instalaciones debido a los ataques provocados por enfrentamientos revolucionarios.
Luego se instaló el parque de diversiones Luna Park, que funcionó por poco tiempo, dando así inicio al estudio de la posibilidad de construir un Teatro Nacional, que sustituiría al viejo Teatro Colón.
GÉNESIS DE LA CULTURA
Fue así que la exfortaleza militar fue elegida para erigir al nuevo teatro, ideal por su ubicación estratégica, dando inicio la construcción el 16 de noviembre de 1961, tiempo en que el general Miguel Ydígoras Fuentes ejercía como Presidente de Guatemala.
“La construcción de este complejo es histórica, porque para llegar a su finalización el proyecto sufrió varias transformaciones y retrasos innecesarios, más que todo por la poca preocupación de las autoridades que tuvieron que ver con el mismo durante el largo período de su realización”, explica un documento del Teatro Nacional.
El proyecto inició con el arquitecto Marco Vinicio Asturias, quien tenía la visión de que el teatro abarcaría numerosas manzanas de terreno, con el objeto de hacer del Centro Cultural también un centro turístico, digno de una metrópoli moderna, en la que se incluiría un amplio mirador, pero el profesional falleció inesperadamente, paralizando así la construcción durante seis meses.
Durante este tiempo el dinero que se destinaba a la obra fue trasladado a las arcas del Ejército, dejando al proyecto sin financiamiento. Más adelante, Ydígoras Fuentes reconociendo la importancia de tal centro, reanudó el proyecto y adjudicó el 10 por ciento percibido de la lotería chica de aquellos tiempos para apoyar su construcción.
Fue así que se encomendó al artista Efraín Recinos Valenzuela, la continuación de la obra, superando la dificultad de establecer los cimientos del terreno e incorporando a éste sus singulares ideas, llenas de dinamismo y riqueza escultórica.
Durante su edificación se sostuvo la importancia de la pureza del sonido, por lo que en su infraestructura se incluyeron techos doveles, ventanas y puertas acústicas; también dos lozas de diferente espesor para contrarrestar el ruido de los aviones a propulsión, esto debido a que el Aeropuerto Internacional de la Aurora se encuentra a escasos ocho kilómetros de distancia, visto desde la parte sur del teatro.
El Teatro de Cámara “Hugo Carrillo”, o Teatro Drama, fue el primero en terminarse. Esta sala fue construida especialmente para conciertos de música de cámara, recitales de música, poesía, escenificación de pequeñas obras de teatro, conferencias, mesas redondas entre otras.
Pero la totalidad del megaproyecto, que incluye la Gran Sala “Efraín Recinos” y el Teatro al Aire Libre, fue finalizado el 16 de junio de 1978.
Al año siguiente de su inauguración, en 1979, el Teatro Nacional fue nombrado Centro Cultural de Guatemala. Su construcción, que tardó casi 17 años, necesitó una inversión de 14.8 millones de quetzales y el apoyo institucional de cinco gobiernos.
Carlos García, arquitecto y ex director del Teatro Nacional, relata que al finalizar la construcción un medio de comunicación hizo la publicación ofensiva llamándole a la obra de Recinos el “Elefante Blanco”, frase que se utiliza para expresar la inutilidad de algo, pues se creía que éste había sido una concentración de derroche sin sentido.
Hoy, se considera al Centro Cultural Miguel Ángel Asturias un ícono de la arquitectura guatemalteca, importante para la identidad nacional.
AL AIRE LIBRE
Este teatro, que tiene capacidad para 1 mil 800 personas, se construyó en 3 años, de 1961 a 1964, siendo la parte que conecta al Centro Cultural con el Museo de Armas.
En esta edificación fue creada estratégicamente una abertura que ayuda a reforzar la amplificación del sonido a través de la acústica del viento, explica Rodolfo Ortega, guía del Teatro Nacional, de manera que no se necesita utilizar bocinas para los eventos que ahí se realizan
Su extensión es de 12 por 22 metros y fue construido con piedra de hormigón y revestimiento de mármol blanco, traído de Zacapa.
RINCONES SECRETOS
El Teatro Nacional, que es reconocido por su infraestructura única y original, pero también por su misticismo, cuenta con rincones desconocidos por muchas personas, algunos de los cuales se derivan del pasado militar del país.
Uno de ellos, es el ascensor que conecta al teatro con el Museo de Armas del Ejército, por el lado de la 19 calle, justo donde hoy se encuentra el parqueo privado del museo.
A decir de Ortega, en un momento dicho elevador pudo servir como acceso al desaparecido Restaurante Santa Bárbara, y luego pudo habérsele dado un uso militar.
EL PISO
Para los visitantes del teatro no es común bajar la mirada para admirar el piso del exterior, pero quien elija hacerlo encontrará que este también conserva en sí mismo algo de la historia de Guatemala.
Señalando el camino, Ortega relata: “Seis años después de la independencia, 1827, se empieza a construir el fuerte de San José, que tarda 19 años, inaugurado el 25 de mayo de 1845 por el capitán Rafael Carrera… y aquí en el piso vemos el cambio, esta parte es de 1961, cuando se empieza a construir el teatro”.
Ortega, quien cuenta con 32 años de experiencia, narra que la construcción del centro se finalizó el 16 de junio 1978, pero que el maestro Efraín Recinos decidió postergar su inauguración, pues se acercaba el aniversario de independencia, fecha que consideró especial para obsequiárselo al pueblo.
IMPORTANCIA Y LIMITACIONES
El exdirector del centro, quien trabajó con Recinos durante 20 años, considera que la importancia del Centro Cultural radica en su función de vehículo de difusión del arte y la cultura, y explica que el teatro no ha tenido un mayor protagonismo debido a que los guatemaltecos aún no han aprendido de otros países, en donde la cultura sirve al hombre para develar su lado más humano, que permite concientizarlo y estimula su espíritu.
“Cómo podemos exigir una mejor sociedad donde haya menos delincuencia si tampoco promovemos el arte y la cultura”, se pregunta García.
Para el historiador y antropólogo Celso Lara Figueroa, su importancia se encuentra en la mezcla de las artes que confluyen en un mismo lugar y catalogó su creación como “un acierto”. “Yo creo que solo compite con –el teatro de– Sídney, Australia, y con Dubái, en Emiratos Unidos”, opina.
Lara coincide con García, al decir que a pesar de que el teatro difunde el arte y la cultura sus niveles de promoción y de participación ciudadana aún son muy bajos, por lo que no es extraño ver salas a medio llenar en las presentaciones en este centro. “Tenemos el lugar pero no tenemos a la gente, no hemos entrenado a la gente”, explica el profesional.
La estrechez económica es una de las causas del limitado acceso a la cultura, tanto para las personas interesadas en estudiar alguna rama del arte como para quienes no pueden pagar el costo de una entrada.
A pesar de que la cultura es uno de los rubros a los que se sacrifica para darle prioridad a otros ministerios y programas, Lara opina que también es importante, pues es un elemento fundamental para la creación de la identidad guatemalteca.
RESTAURACIÓN
Este teatro, que cuenta con menos de medio centenario de existencia, importante para la difusión del arte y la cultura, cuenta ya con algunas deficiencias, por lo que el director del Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, Hipólito Maldonado, indica a La Hora mediante una entrevista, que ya se ha enviado a la Comisión de Cultura del Congreso de la República, un informe sobre los trabajos de restauración y renovación de equipo que servirían para el adecuado funcionamiento y la optimización del Teatro Nacional.
Los costos del informe ascienden 47 millones de quetzales, que incluye adquisiciones de equipo eléctrico, trabajos de mantenimiento, mejoramiento y remodelación a la infraestructura, restituciones, entre otros.
Es así que las autoridades de este importante teatro esperan que el Gobierno dé el apoyo para realizar las mejoras necesarias a las instalaciones y así evitar que ésta joya histórica decaiga en el tiempo.
Su construcción, que tardó casi 17 años, necesitó una inversión de 14.8 millones de quetzales y el apoyo institucional de cinco gobiernos.
Según el decreto legislativo 35-87 del 26 de julio de 1987, este complejo que anteriormente se llamaba Centro Cultural de Guatemala pasó a llamarse Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, en honor al Premio Nobel de literatura.
* El teatro cuenta con espacio para 750 vehículos
* La sala Efraín Recinos cuenta con 2 mil 3 butacas
* Existen 15 camerinos individuales y 170 camerinos generales que pueden dar cabida a 500 artistas.
* El alquiler por hora de la Gran Sala Efraín Recinos tiene un costo de Q11 mil, y Q3 mil 100 por la sala Hugo Carrillo
* Q47 millones se estima que necesitaría el teatro para su restauración y optimización.
* En un inicio la construcción se financió con fondos de la Lotería Chica.
* El teatro se ubica 1 mil 523 metros sobre el nivel del mar.
* Subiendo por las gradas de la 19 calle, frente al Mercado del Sur Dos, se encuentra un muro alto en donde está colocada la imagen de piedra de la virgen de Santa Bárbara.
* El escenario de la Gran Sala cuenta con 6 telones y abarca 132 mts2.
* El techo de la sala secundaria, Hugo Carrillo, fue pintado a mano por Efraín Recinos. El mismo está conformado por tablas de pizarra que además de embellecer la sala, crean una perfecta acústica.
* Los originales focos que adornan y dan estilo a ambas salas del teatro dispersan los rayos de luz de forma traslapada, y funcionan con el sistema de graduación de iluminación, y que bajan su intensidad en cada llamada antes de comenzar cualquier actividad en el teatro.
* El Teatro Nacional tiene 29.50 metros de altura.
Como todo lugar antiguo de la capital, el teatro no se libra de las historias de fantasmas: según cuenta Ortega, mientras da los recorridos a la Gran Sala ha visto, en varias ocasiones, que alguien le saluda desde el palco, pero al voltear a ver detenidamente ya no ve a nadie.
Igualmente, los guardias de seguridad aseguran que en los turnos de la noche han despertado en un lugar distinto del que se quedaron.
La única explicación que Ortega encuentra es que bajo del teatro pudo existir un cementerio perteneciente a la aldea El Guarda, probablemente creado con propósitos militares.