Los ataques que se producen entre los políticos durante las campañas electorales son muy comunes en nuestro régimen. Es obvio que siempre se busca ganar votos desprestigiando a los contrincantes. El problema es que lejos de debatir acerca de la realidad nacional, las campañas se diriman en estos conflictos que no son de caballeros ni de auténticos políticos, sino sólo de politiqueros que buscan ganar a como dé lugar. Pero lo peor de todo, es que otros factores se pongan al servicio de estas campañas negras, como diputados al Congreso, funcionarios públicos, columnistas de medios de comunicación y en general los círculos de poder. El problema es que se centran demasiado en cuestiones particulares de los candidatos y no se discuten con amplitud sus planes y proyectos de gobierno. Mientras sigamos poniéndole poca seriedad a esto, nunca se harán campañas políticas de altura y los gobiernos resultantes de esos procesos seguirán siendo débiles.