El incierto periodo de convalecencia que Cristina Fernández debe tomar tras someterse ayer a una intervención quirúrgica que le drenó un coágulo de sangre en la cabeza, generó incertidumbre sobre quién va a tomar las decisiones en un gobierno marcado por el fuerte personalismo de la mandataria y cuando el funcionario que la reemplaza es un vicepresidente cuestionado y que se encuentra bajo investigación de la justicia.
BUENOS AIRES Agencia AP
Pese a que la salud de Fernández, de 60 años, evoluciona favorablemente tras la cirugía practicada y que su vocero dice que se encuentra de «buen ánimo», sus médicos aún no han dicho si la presidenta regresará a su despacho en la Casa de Gobierno en 20 o 45 días, lo que preocupa a analistas y opositores, quienes señalaron que el vicepresidente Amado Boudou no está a la altura del desafío de gobernar un país.
«No son tiempos de piloto automático», dijo en un informe el exviceministro de Economía Jorge Todesca, de la consultora Finsoport. «No existe un gobierno organizado sistemáticamente con funciones específicas para cada funcionario de alto rango».
No obstante, los argentinos se han acostumbrado en estos años que lleva Fernández en el poder a que ella tenga el control absoluto de toda la gestión.
Boudou, ahora a cargo del Poder Ejecutivo, «no tiene estatura moral», al decir de analistas y opositores, pues se encuentra investigado por supuesto enriquecimiento ilícito y mal desempeño de funciones en un caso de corrupción.
Para neutralizar cualquier suspicacia que rodeara a la sustitución temporal de la jefatura del estado, Boudou indicó el lunes que la situación no es nueva y que no «genera ninguna incertidumbre».
Agregó que se tenía previsto el mismo procedimiento del año pasado, cuando reemplazó a Fernández durante la convalecencia por la extracción de la glándula tiroides.
Pero Celia Kleiman, directora del Polldata-CK Consultores, expresó que la «coyuntura es totalmente diferente» a la de 2010 cuando Néstor Kirchner, marido y antecesor de Fernández (2003-2007), falleció y a la operación de la tiroides de 2012, pues en esos momentos la dirigente peronista gozaba de una alta popularidad.
La directora de la consultora Management and Fit, Mariel Fornoni, dijo a radio Once La Diez que Boudou es uno de los políticos «menos queridos» del país y el que «peor imagen tiene en el gobierno».
La imagen negativa del funcionario es de 44.6%, según un sondeo de dicha consultora realizado en septiembre.
Fornoni afirmó que «sin la presencia cotidiana» de la mandataria en la Casa de Gobierno, «el voluntarismo» de sus máximos colaboradores «se verá muy limitado» a instancias del «sistema de trabajo anárquico» que, según su visión, exhibe el Poder Ejecutivo.
Fernández fue intervenida a tres semanas de las elecciones legislativas de 27 de octubre y en plena campaña electoral, que ella se había cargado literalmente al hombro debido a que las encuestas señalan que el oficialismo sufrirá un revés.
Esa derrota obedece, entre otras razones, a la pérdida de popularidad de la presidenta en los últimos meses.
«Hoy hay un descreimiento generalizado, no hay credibilidad en su figura», dijo la analista Kleiman, que cree, no obstante, que la mandataria sigue gozando de un 30% del apoyo popular. «En el voto (de las elecciones de octubre) no va a haber una incidencia».
Fernández se encuentra internada en la Unidad de Cuidados Intensivos del Hospital Universitario de la Fundación Favaloro. La intervención quirúrgica drenó un coágulo de sangre que le presionaba el cerebro a causa de un golpe que sufrió en la cabeza en agosto.
Rolando Cárdenas, neurocirujano y director del Consejo de Stroke de la Sociedad Argentina de Cardiología, dijo a la AP que después de una operación de estas características «por lo general el paciente mantiene un drenaje entre 24 y 72 horas».
«De no haber secuelas, el tiempo de recuperación será más corto. Estimo que en unos 45 días puede estar en el ejercicio pleno de todas las funciones», dijo.
Los médicos que atendieron a Fernández dijeron que la cirugía no presentó ninguna complicación y que el coágulo de sangre se encontraba en la superficie de la parte derecha de su cerebro.
El ex presidente de Estados Unidos, Ronald Reagan, sufrió una lesión similar cuando se cayó de un caballo después de dejar el cargo, y se recuperó rápidamente de la cirugía que removió el coágulo de sangre que se formó, dijo el doctor John H. Sampson, neurocirujano de la Universidad de Duke.
«Los argentinos no tienen de que preocuparse por estar sin presidente durante un período de tiempo. Literalmente, en una semana (Cristina) podría estar de vuelta en la oficina, sin riesgo y a plena capacidad», predijo Sampson.
Pero Kevin McGrail, Presidente del Departamento de Neurocirugía del hospital de la Universidad de Georgetown, en Washington, dijo que las arritmias que Fernández padece podrían complicar su recuperación.
La presidencia no ha hecho público detalle alguno sobre los medicamentos que pueda estar tomando Fernández, pero los pacientes que padecen de arritmia común suelen tomar anticoagulantes o aspirina y la ingestión de estos medicamentos tendría que suspenderse para que su cerebro pueda sanar completamente.
Esto aumenta el riesgo de un derrame cerebral, por lo que Fernández debe tener cuidado, según McGrail. «Si ella está tomando medicamentos que adelgazan la sangre, eso causaría otra serie de problemas, y eso explicaría muchas cosas, porque es un poco joven de lo normal para tener un hematoma crónico subdural», dijo McGrail.
El doctor Claudio Santamaría, que dirige Instituto Superior de Ciencias de la Salud de Argentina, coincidió en que Fernández no debe tomar aspirina o medicamentos anti inflamatorios que le podrían causar sangrados. Sólo el 10 por ciento de los pacientes sufren complicaciones después de la cirugía, agregó, e instó a Fernández a que no tratara de hacer demasiadas cosas en los próximos días.
También dijo que no puede viajar en coche en las próximas dos a cuatro semanas, ya que los movimientos y las frenadas pueden volver abrir nuevamente la herida y que no puede hacer ejercicio durante tres meses.
El neurólogo Gabriel Persi dijo que la presidente debe descansar todo lo que le sea posible para evitar que su corazón sea víctima del estrés.
El portavoz de Fernández, Alfredo Scoccimarro, dijo que el próximo parte médico con el estado de salud de la mandataria saldrá el miércoles al mediodía, y no respondió a preguntas de los periodistas en las escalinatas del hospital cuando anunció el buen estado de ánimo de Fernández.
El Vicepresidente Boudou asumió el control del Poder Ejecutivo pero la Presidencia no dio a conocer el decreto de transferencia del poder, que debe indicar el tiempo de duración de dicho traspaso de poder.
Boudou aseveró que él y otros altos funcionarios manejarán los asuntos de Argentina en equipo mientras la mandataria descansa como se merece.
El gobernador de Buenos Aires, Daniel Scioli, que anunció su candidatura para suceder a Fernández en 2015, fue uno de varios políticos argentinos que le desearon una pronta recuperación. «Esperamos que realmente pueda estar pronto en plenitud para lo que más le gusta hacer, por lo que siente esta pasión, que es trabajar incansablemente por nuevos logros, conquistas sociales, económicas y productivas», dijo.
Decenas de seguidores se apostaron en las afueras de la Fundación Favaloro. Muchos aplaudieron al ser informados de que Fernández había salido de la sala de cirugía. Algunos pasaron la noche en el lugar y celebraron una vigilia llevando estatuas de la Virgen de Luján, patrona de Argentina.
La cirugía de Fernández fue programada el lunes, luego de que los médicos detectaron el domingo que la mandataria sufría un hormigueo en el brazo izquierdo así como una transitoria y leve pérdida de la fuerza muscular en el mismo lugar.
A Fernández le ordenaron guardar reposo por un mes desde el sábado, cuando en le diagnosticaron el coágulo.