Son conocidos dentro de la Policía Nacional Civil (PNC) como la “Generación de Héroes”, los 650 niños y niñas que perdieron a su papá o a su mamá mientras ejercía la labor que le fue delegada.
mcastanon@lahora.com.gt
Sin embargo, los “Hijos de los Héroes”, han sido olvidados por diferentes administraciones de gobierno, pues no existen programas institucionalizados que les aseguren la educación, salud, vivienda y los servicios básicos para su desarrollo integral y romper el círculo de la pobreza de la que generalmente, son parte.
Jazmín Anahí Pérez Velásquez tiene 5 años y con esfuerzo se recupera de una infección por hepatitis; gracias al cuidado de su familia que vive en la aldea Piedra Grande, San Pedro Sacatepéquez, San Marcos, la menor está en mejores condiciones.
La niña fue afectada por esta enfermedad después de la muerte de su padre, Oseas Ezequiel Pérez López, el agente de la PNC que tenía solo 20 días de haber llegado a la subestación de Salcajá cuando fue asesinado junto a ocho policías más, supuestamente por órdenes de Eduardo Francisco Villatoro Cano, un presunto narcotraficante de alias “Guayo Cano”, quien fue capturado el pasado viernes en México y se encuentra recluido en un hospital.
Según Amalia López, madre del policía fallecido, cuando su nieta se enfermó fue necesario buscar la atención inmediata con un pediatra de la localidad, pues el apoyo que le ofrecía la institución a la que perteneció su hijo era en el Seguro Social de Quetzaltenango, donde antes es necesario concertar una cita y difícilmente podrían atender a la menor con la prontitud que se requería.
“Nosotros vivimos en San Pedro San Marcos y nos ofrecieron apoyo en Xela, pero teníamos que gastar en el pasaje –Q100 por persona– y pensamos que era mejor pagar a un doctor aquí en la aldea Piedra Grande, porque en Xela había que esperar la cita y ese día la nena tenía mucha fiebre y nos urgía que la trataran”, relata.
Y es que tras el crimen de los nueve policías, aún se gestiona la entrega total de los montos económicos del auxilio póstumo; según algunas familias entrevistadas, han recibido un primer aporte, pero deben esperar el siguiente –el mayor– que usualmente lleva un proceso burocrático.
Según los parientes de Oseas Pérez, la última vez que tuvieron contacto con personal de la PNC fue cuando recién se suscitaron las muertes en Salcajá y ahora únicamente “les toca esperar” para saber en qué aspectos serán asistidos.
Y en medio de las enfermedades, las carencias económicas y la depresión que dejó la ausencia del policía, los recuerdos invaden la memoria de doña Amalia, quien con evidente tristeza recuerda a su hijo, al que tiene en su memoria como “su apoyo”.
“Oseas era mi hijo mayor y no solo era un policía responsable, sino que mi apoyo y mi consuelo. A pesar de que tenía familia, todos los meses se esforzaba por regalarnos Q120 y le había prometido a su papá que lo llevaría al doctor –porque le duele mucho el brazo y le cuesta trabajar como albañil–. A sus hermanitas –de 9 y 10 años– cada mes les traía un juguetito de plástico de Q10. En abril les compró su último par de zapatos que le costaron Q50”.
La entrevistada agrega: “Mi hijo no tenía dinero, pero sí un gran corazón. Muchas veces le dije que dejara la Policía pero no me hizo caso. Cuando usaba su uniforme e iniciaba su turno me decía que tenía una gran responsabilidad con el país y con su familia, que no le pidiera eso”.
Según el historial policial, Pérez López ingresó a la PNC el 1 de diciembre de 2009, cumplió 3 años y 8 meses de servicio. Cuando fue asesinado solo tenía 20 días de estar designado en la subestación de Salcajá; antes de la masacre del 13 de junio, ese lugar era considerado como “tranquilo”.
650 NIÑOS EN ORFANDAD
La PNC conoce como la “Generación de Héroes” a los 650 niños y niñas en orfandad, hijos de los 350 policías que ofrendaron su vida mientras ejercían su labor. Un 90 por ciento de los menores están en el interior del país.
Norma Hasbun de Hernández, jefa de la Oficina de Valor y Servicios de la PNC, explica que la estadística se contabiliza a partir del año 2006, cuando se implementa esta unidad y se toma en cuenta a los menores de edad que perdieron a sus padres en el cumplimiento del servicio policial.
“Nos ocupamos de los hijos de los policías que han muerto en cumplimiento de su deber y Asistencia de Personal lleva el récord de todos. Tenemos a la fecha 650 niños, y algunos de meses de nacidos –porque hay viudas que quedan en estado de gestación– le damos seguimiento cuando nacen los bebés, les llevamos su canasta y estamos pendientes de ellos. A los niños que van a la escuela les damos un bolsón con útiles todo el año y a los de básicos y bachillerato tratamos de conseguirles becas para que puedan estudiar”, dice Hasbun.
Las becas de estudio para los adolescentes se gestionan a través de apadrinamientos con empresas privadas e iglesias.
“A ellos les llamamos Generación de Héroes, porque son hijos de héroes y tratamos que se sientan así. Les damos seguimiento todo el año, les damos la canasta básica para apoyar a las mamás o los papás; si todos los meses nos ayudan, todos los meses les damos. Si alguien nos dona víveres, hacemos las bolsas y se las mandamos –a través de las comisarías– a las viudas y a los discapacitados”, reitera.
En el caso del Departamento de Asistencia al Personal de la PNC, este se limita a gestionar la entrega del auxilio póstumo y el seguro de vida para los beneficiarios de los fallecidos, los cuales están dentro de un Régimen de Previsión Social Complementario; esos montos pueden oscilar entre Q75 mil a Q200 mil, según la jerarquía del policía caído.
Sin embargo, no existen políticas institucionalizadas que aseguren la educación, la salud y el bienestar de los huérfanos de la policía.
LAS SECUELAS
Marco Antonio Garavito, director de la Liga de Higiene Mental, indica que la pérdida de un padre de familia genera un proceso traumático y afecta principalmente a los niños. En el caso de los hijos de los policías, está comprobado que la ayuda no llega tan rápido como se necesita.
“La pérdida de la cabeza de familia, en términos económicos, siempre es un proceso traumático; desde luego los hijos, aunque se hable de un seguro de vida o de ciertas prestaciones que el Estado brinda, estas son muy relativas y muy complicadas de cobrar. Siempre la mamá se va a ver en una situación muy complicada económicamente y eso obviamente va a rebotar en los hijos”, refiere.
Según el psicólogo, los menores de edad expresan su dolor a través de diferentes emociones y es ahí precisamente donde se les debe apoyar.
“Les va a generar estrés, me parece cólera, en la medida que el niño va creciendo; la ausencia del papá no solo por la cuestión económica, sino por la cuestión afectiva, es el resultado de una cuestión de sociedad, terminan volcando cólera en torno a ese sistema social, que literalmente les arrebató a su papá, esto puede tener distintos caminos, es decir violencia, agresión, transgresión social, rechazo, incluso a las normas sociales”, indica.
A criterio del profesional, el Estado debería tener centros de apoyo psicológico para estas familias, pues es vital en sociedades como la nuestra.
¿POLÍTICAS DE APOYO?
La Hora intentó contactar a las autoridades del Ministerio de Gobernación y de la institución policial, sin embargo ningún funcionario contestó a las llamadas.
Tras la masacre en Salcajá, Mauricio López Bonilla, titular de la Cartera del Interior, fue consultado para conocer el apoyo que ofrecen a los niños y niñas en orfandad; dijo que buscaban integrar a los menores en los programas sociales.
La comisionada para la Reforma Policial, Adela de Torrebiarte, explicó que pretenden que los menores de edad sean beneficiados con Q300, posiblemente a partir de enero. La funcionaria admite que el tema de estos niños no ha sido atendido y que es parte de la dignificación de la Policía y uno de los grandes retos.
“El Ministro y el Presidente –Otto Pérez Molina– también lo pidió, que se les dé a los niños su bolsa de estudios, esto está en proceso. El Ministerio de Desarrollo Social también tiene la bolsa de estudios, estamos viendo la opción, pero todavía está en proceso, son Q300 que se les daría para que estudien. Las familias tienen como Q100 mil del auxilio póstumo, pero hay que asegurar los estudios a estos niños”, indicó la funcionaria.
Por aparte, Gloria Castro, Defensora de la Niñez de la Procuraduría de los Derechos Humanos (PDH), dijo que verificarán cuál es la situación de estos menores de edad que necesitan ser atendidos por el Estado.
“Nadie sabe exactamente nada, yo considero que probablemente no hay mayor cosa, yo tendría que verificar, podríamos ir a ver qué tienen, dónde están esas becas y cómo se hacen efectivas”, dijo Castro.
¿Y LOS HIJOS DE LOS GUARDIAS?
La Hora buscó información de la cantidad de niños en orfandad, hijos de los 36 guardias del Sistema Penitenciario (SP) asesinados de 2006 a la fecha, quienes prestaban su servicio o fueron asesinados cuando salían de turno o descansaban, sin embargo, se informó que por “discreción” y “resguardo” de las familias, no podían proporcionar esos datos, únicamente el número de guardias fallecidos –que es la estadística que se cita en la nota–.
El director de Presidios, Édgar Camargo, admitió que no existen proyectos para apoyar a este sector de la población, pero que trabajan para atender aunque sea la asistencia psicológica.
“Estamos trabajando en un proyecto para poder apoyar no solo a los hijos de los guardias fallecidos, sino ver la posibilidad de apoyar –psicológicamente– a los hijos de los guardias que laboran actualmente en el SP, recordemos que los niños o jóvenes que tienen a sus papás en el SP manejan cierto tipo de estrés por el trabajo que su papá o mamá realizan”, dijo Camargo.
El funcionario admitió que en Presidios no existe ningún proyecto que garantice al menos la formación educativa de los menores de edad, pues no hay una partida específica en el presupuesto.
Amalia López
Madre de policía fallecido