Papa visita Asís, el pueblo de San Francisco


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El Papa realizó un peregrinaje el viernes al poblado italiano de Asís en seguimiento de los pasos de San Francisco, el fraile del siglo XII que renunció a una vida de riquezas y disolución para abrazar la pobreza y el servicio a los pobres.

Por NICOLE WINFIELD, ASIS, Agencia AP

De acuerdo con la tradición, Dios le dijo a San Francisco que reparara «mi casa».

En palabras y obras, el primer pontífice en tomar el nombre del santo ha especificado claramente cómo desea seguir esa orden. Francisco intenta dar forma a una Iglesia que reciba a todos, pero especialmente a los más marginados, con una jerarquía eclesiástica digna de su grey de 1.200 millones de personas.

A continuación presentamos algunos de los objetivos principales del papa en su intento por reorganizar la Iglesia para que sea la institución que San Francisco hubiera querido.

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UNA IGLESIA «QUE ES POBRE Y PARA LOS POBRES»

El papa Francisco se reunió con los pobres en Asís y exigió que los fieles se «despojen» de su apego mundano a las riquezas, que dijo está matando a la Iglesia y a sus almas. Hizo esa exhortación durante la escala más evocadora del día, en la sencilla habitación donde San Francisco se despojó de su ropa, renunció a sus bienes y se comprometió a vivir en pobreza. Desde que se convirtió en pontífice en marzo, Francisco ha especificado claramente que uno de sus principales objetivos es una Iglesia humilde, que busca a los más pobres y les da esperanza. El «papa de los barrios bajos», como se le conoce debido a sus labores en las villas miseria de Argentina, denunció recientemente la «idolatría» del dinero y alentó a los que carecen de la «dignidad» de un trabajo.

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UNA IGLESIA QUE RECIBE A TODOS, INCLUSO A LOS ATEOS

En su primera audiencia pública tras su elección, Francisco hizo una excepción inusual: en reconocimiento de que no todos los presentes en la sala eran cristianos o incluso creyentes, el pontífice ofreció una bendición sin la tradicional fórmula o gesto católicos, diciéndoles que bendeciría a cada uno en silencio «respetando su conciencia, pero sabiendo que cada uno de ustedes es un hijo de Dios». Ese respeto para la gente de otras creencias o ninguna se ha convertido en un sello del papado de Francisco a medida que busca activamente a los ateos para sostener un diálogo. Asís es conocido como un sitio de diálogo ecuménico, un poblado que atrae a personas de todas las creencias —y a los ateos— a visitar la basílica que domina la colina y sus magníficos frescos de Giotto.

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UNA IGLESIA QUE NO JUZGA

Francisco hizo su primera escala en Asís en un instituto que atiende a niños gravemente discapacitados, que en palabras del director con frecuencia son vistos como «piedras arrojadas a un lado», invisibles y descuidados por el mundo. El papa se niega a aplicar un juicio así: acarició a cada niño, los besó y afirmó que «es necesario reconocer sus cicatrices y escucharlos». Fue parte del sencillo mensaje de amor que ha llevado a otras personas frecuentemente consideradas parias, como los adictos a las drogas y los presos. Su comentario de «quién soy yo para juzgar» sobre los homosexuales representó un cambio radical en el tono del Vaticano. Las enseñanzas católicas sostienen que todas las personas deben ser tratadas con dignidad y respeto, por lo que Francisco no estaba haciendo ningún cambio en la doctrina. Pero los textos eclesiásticos también enseñan que los actos entre gays son «intrínsecamente desordenados», un punto en el que el papa no ha hecho énfasis, sino que más bien se ha enfocado en un mensaje de inclusión misericordiosa.

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UNA IGLESIA QUE «HACE LÍO» Y SALE DE LA SACRISTIA

San Francisco era considerado un desobediente radical por haber renunciado a todo y haberse entregado completamente a su fe, pero ese es el tipo de testimonio radical que el papa desea para los católicos de la actualidad. Francisco les dijo a los peregrinos durante la Jornada Mundial de la Juventud en julio que hicieran «lío» en sus diócesis y cambien las cosas, incluso si ello conlleva generar molestia entre sus obispos. Quería transmitir su esperanza de que la Iglesia deje de verse tanto a sí misma y en lugar de ello acuda a la periferia de las ciudades para extender la fe, tal como lo hizo San Francisco. El primer viaje del papa fuera de Roma fue a Lampedusa, una isla en el sur de Italia que se encuentra más cerca de África que del territorio continental italiano. Su apología en favor de todos los inmigrantes perdidos en el mar denunció una «globalización de la indiferencia», un mensaje que resultó profético dado el naufragio del jueves frente a Lampedusa en el que murieron cientos de inmigrantes. En momentos en que había moños negros en Asís en señal de duelo, Francisco proclamó el viernes «un día de lágrimas» por los muertos.

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UNA IGLESIA QUE TRABAJA POR LA PAZ Y CUIDA EL MEDIO AMBIENTE

San Francisco es conocido por su mensaje de paz y su cuidado por la naturaleza, pero con frecuencia es incomprendido, «suavizado» a algo que él no era, afirmó el papa el viernes. Un portavoz del Vaticano lo explicó así: «Con demasiada frecuencia su mensaje se pierde y reducimos su papel al de un ‘hippie’ amable y fantasioso que alimentaba a los pájaros, olía las flores y domesticaba a los lobos salvajes». El papa Francisco indicó que el mensaje del santo fue el de verdaderamente «amarse unos a otros como yo los he amado», al tiempo que exhortó a poner fin a todas las guerras en Oriente Medio, en especial en Siria. El pontífice ha sido categórico en su exhortación para que haya paz en ese país, e inspiró a cientos de miles de personas en todo el mundo a efectuar un día de ayuno y oración cuando parecía que los ataques militares contra el régimen de Damasco eran inminentes.

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UNA IGLESIA REFORMADA

Francisco fue elegido bajo un mandato de que reformara la Iglesia, y es lo que ha estado haciendo. Una de sus primeras escalas el viernes fue para orar en el santuario de San Damián, donde se dice que en 1205 el santo recibió la orden de reconstruir la Iglesia descompuesta. El papa acaba de concluir tres días de reuniones con asesores que lo están ayudando a reescribir el anteproyecto principal de cómo se gobierna la Iglesia católica. Algunas ideas son tener un «moderador» para hacer que la burocracia del Vaticano opere con mayor fluidez y una revisión del papel que desempeña el poderoso secretario de Estado de la Santa Sede. Incluye también involucrar más a los hombres y mujeres laicos en la vida de la Iglesia. Tal como San Francisco quería.