Al cumplirse dos años del fallecimiento del artista guatemalteco, Efraín Recinos, el miércoles 2 de octubre, decenas de personas asistieron al Teatro Nacional “Miguel Ángel Asturias”, para recordar su vida y obra, la cual aún hoy adorna los rincones más importantes de la metrópoli chapina.
Nacido en la Ciudad de Quetzaltenango, el 15 de mayo de 1928. Sus padres fueron María Trinidad Valenzuela Micheo y José Efraín Recinos Arriaza. A sus cinco años Recinos comenzó a demostrar sus habilidades artísticas a través de las pinturas y los garabatos, siendo su padre su más alto promotor.
Con los años las figuras se convirtieron en hermosas damas, retratos y héroes. Su dibujo fue autodidacta, lleno de detalles y colores, aplicaba el libre uso de la perspectiva y sus trazos estuvieron siempre alejados de la influencia de su padre, quien indirectamente promovió su desarrollo, dejándole a sus talentos brotar tal cual estos eran, lee la página de la Organización Efraín Recinos.
Años después, a pesar de que también era talentoso en el atletismo y en otras actividades deportivas decidió estudiar en la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), siendo uno de los estudiantes más destacados de la misma. También ejerció como profesor de matemáticas y construcción, pero su legado máximo lo alcanza por la arquitectura urbana, siendo uno de los precursores de esta en el país.
A lo largo de su vida viajó a diferentes lugares, en donde incursionó en distintas ramas de las artes plásticas, siendo la arquitectura y la acústica teatral algunas de sus especialidades.
Más adelante, en la Universidad de San Carlos de Guatemala, su formación en Ingeniería sumada a su capacidad artística le permitió la creación y desarrollo de construcciones únicas en su género que forman parte de la identidad del pueblo guatemalteco.
OBRAS
La huella de este gran artista multifacético, que exploró sus capacidades más allá de la arquitectura, mediante la pintura, específicamente en el muralismo y la escultura, queda a la ciudad como prueba de la genialidad de su existencia en los murales exteriores del aeropuerto La Aurora, en el relieve del edificio del Crédito Hipotecario Nacional y de la Biblioteca Nacional, en la sala de conciertos del Conservatorio Nacional de Música “Germán Alcántara”, en la fuente del Parque de la Industria, y en su más grande obra nacida del interés por difundir el arte a la población, el Centro Cultural Miguel Ángel Asturias, finalizado en 1978.
La obra de Recinos en la Biblioteca Nacional, el mural que es un altorrelieve en concreto cuenta con un personaje central, La Presidenta, una mujer con uniforme militar. Dicha obra fue creada en 1967.
Su obra en el Auditorio del Conservatorio Nacional de Música, los murales con rostros de personajes históricos, además de adornar las paredes de la sala de conciertos sirven para dar una mejor acústica al lugar. Estos murales reúnen 89 retratos de artistas de diversos países y su creación fue posible gracias a que Recinos donó los fondos suficientes para crear este homenaje al arte y a la sonoridad.
Por aparte, el Museo Nacional de Arte Moderno, ubicado en la zona 13, exhibe una de sus mayores obras, La Marimba y algunas de sus pinturas. Su obra también se encuentra en la fachada del Aeropuerto Internacional La Aurora.
En el evento de conmemoración se dio lectura al Acuerdo Ministerial 834-2013 en el que el Ministerio de Cultura y Deportes institucionalizó el 2 de octubre como día del homenaje póstumo al artista. Además se realizó una ofrenda de flores y un encuentro artístico, en donde se compartieron algunas piezas musicales de la predilección de Recinos.
PERCEPCIONES
A decir de Otto Arana, director de la Escuela Nacional de Artes Plásticas (ENAP), Recinos siempre se caracterizó por su carisma, apego y facilidad de socialización.
Es así que actualmente la figura del fallecido artista sirve a los estudiantes como inspiración, “aun en su ausencia tratan de no defraudarlo”, afirma Arana.
“Para mí es tan difícil decir en qué era mejor Efraín, porque era tan bueno como pintor, como escultor, como arquitecto, como ser humano, como amigo”, dijo Manolo Gallardo, escultor guatemalteco, al explicar que Recinos estaba acostumbrado a dar el cien por ciento en todo lo que hacía.
Por su lado, Carlos García, arquitecto exdirector del Teatro Nacional y amigo del homenajeado, indicó que nunca conoció a un ser más sencillo, bondadoso, de prodigiosa memoria, a quien siempre le interesó ayudar, un ejemplo de esto era que el fallecido maestro donaba fondos a las instituciones que trabajaban con personas de capacidades diferentes y otras entidades sociales. “Estuvo siempre, siempre atrás en forma anónima”, refirió.
Igualmente, Carlo Marco Castillo, amigo cercano del polímata, contaba que debido a la gran capacidad que poseía en el dominio de diferentes ramas del arte, Castillo le bromeaba diciéndole que sólo faltaba que incursionara en la música, a lo que el escultor respondía: “eso dejémoselo a Sarmientos”.
LEGADO
Con un legado tan importante, como el del Teatro Nacional, Recinos deja huella en la historia del arte en Guatemala, lo que ha llevado a varios artistas a considerar la totalidad de su obra como algo “impresionante”. “Es una gran lección y un gran ejemplo para las nuevas generaciones”, aseguró Gallardo.
Las obras de Recinos lejos de concentrarse meramente en el esteticismo también englobaban mensajes políticos y sociales, que permitirán que la genialidad del artista continúe viviendo por muchos años más en la mente colectiva.
Dejó pendientes la finalización de varias obras visibles muy importantes, el Instituto de la Marimba, los murales de la Corte Suprema de Justicia y un libro de cuentos.
El artista falleció el 2 de octubre de 2011, a los 83 años.