Una prisión regentada por insurgentes no transfirió hoy al hijo del ex dictador libio Moamar Gadafi a una audiencia en Trípoli, resaltando las dificultades del gobierno central para ejercer su autoridad tras casi dos años de concluir la guerra civil.
Funcionarios judiciales dijeron que solicitaron una aclaración de por qué Seif al-Islam Gadafi, la figura más destacada del desaparecido régimen de su padre, no compareció en la audiencia sobre los presuntos delitos cometidos durante la guerra del 2011.
Al-Seddik al-Sur, de la oficina de la fiscalía, dijo el jueves a los reporteros que las autoridades pidieron una «justificación» de por qué Seif al-Islam no fue transferido de la aldea occidental de Zintan, donde una milicia lo mantiene detenido desde el fin de la guerra y donde compareció en una breve audiencia el jueves por cargos separados.
La televisión estatal mostró al acusado, delgado y barbudo, con un uniforme carcelario azul dentro de una jaula en el juzgado de esa aldea montañosa, donde el juez postergó el juicio hasta el 12 de diciembre por «falta de pruebas».
La audiencia de Trípoli afecta a otros 37 ex funcionarios del régimen, incluyendo al ex jefe de espionaje Abdalá al-Senoussi y al ex primer ministro Al-Baghdadi al-Mahmoudi.
Un reportero de Associated Press dijo en el lugar que camiones de la prisión transfirieron un total de 36 acusados incluyendo al-Senoussi y al-Mahmoudi a la Corte Penal de Trípoli para que escucharan las acusaciones que les fueron incoadas. Además de Seif al-Islam, otro acusado no identificado no compareció.
Sucesivos gobiernos libios no han logrado imponer la ley y el orden en el país desde que las fuerzas insurgentes derrocaron a Moamar Gadafi y lo mataron. Las autoridades dependen en lugar de ello de milicias fuertemente armadas, inicialmente procedentes de los insurgentes, para la seguridad, aunque algunas de ellas comenzaron a desafiar al gobierno central en su etapa de transición hacia la democracia.
El hijo de Gadafi y ex jefe del espionaje son buscados además por el Tribunal Penal Internacional, que los acusa del asesinato y persecución de civiles en los primeros días del levantamiento. De ser convictos en ese tribunal, encaran una pena máxima de cadena perpetua pero no la pena de muerte, que no reconoce el TPI. Hace unas semanas, los jueves de la corte con sede en La Haya fallaron que Libia no puede juzgar de forma justa al hijo de Gadafi y pidieron a las autoridades que lo entregaran.
El jueves, la entidad activista Human Rights Watch pidió igualmente a las autoridades libias que entregaran a Seif al-Islam al TPI.