El principal grupo opositor sirio en el exilio se declaró ayer «profundamente escéptico» sobre la firma por Damasco de un tratado internacional que prohíbe la producción y uso de armas químicas, diciendo que se necesita una resolución de la ONU para asegurar que lo cumpla.
El presidente sirio Bashar Assad le dijo a la televisión rusa que su gobierno comenzaría a presentar datos sobre su arsenal químico un mes después de firmar la convención.
Su embajador ante las Naciones Unidas dijo que a partir del jueves el país se había vuelto miembro pleno del tratado, que exige la destrucción de todas las armas químicas.
«Ese gesto llega demasiado tarde, demasiado tarde para salvar a civiles de las intenciones asesinas del régimen», dijo el Consejo Nacional Sirio, el principal grupo opositor respaldado por Occidente.
«Es claramente un intento para evadir acciones internacionales, así como responsabilidad ante el pueblo sirio», dijo.
Añadió que no se debe permitir que el régimen use la diplomacia «para demorar indefinidamente una acción internacional mientras continúa su política de violencia contra civiles». La aceptación por Siria de una propuesta rusa para renunciar a su arsenal químico ha evitado — por el momento — una represalia militar estadounidense por el presunto ataque químico que mató a centenares cerca de damasco el 21 de agosto.
Estados Unidos y varios aliados acusan al régimen de Assad de ser responsable por el ataque en el suburbio de Ghouta, y Washington dice que 1.429 personas murieron. Otros calculan una cifra menor de muertos.
Assad ha negado responsabilidad, culpando a los rebeldes y acusando a Washington de diseminar falsedades para justificar un ataque.
En tanto, los combates en la guerra civil proseguían. Activistas dijeron que tropas del gobierno batallaban por el control de la ancestral aldea cristiana de Malula, al nordeste de Damasco; aviones militares bombardearon posiciones rebeldes en la sureña provincia de Dará y ambas partes se enfrentaron en Barzeh, junto a la capital.
El presidente ruso Vladimir Putin elogió la integración de Siria a la Convención de Armas Químicas, diciendo en una reunión de seguridad internacional en Kirguistán que la decisión probaba las «serias intenciones» de Damasco. La reunión fue dominada por Rusia, China e Irán, todos aliados de Assad.
También el viernes, un grupo internacional de derechos humanos acusó a las fuerzas del gobierno sirio y a las milicias que apoyan al régimen de realizar ejecuciones sumarias este año que dejaron al menos 248 muertos en dos poblados predominantemente suníes en la costa del mediterráneo.
Human Rights Watch, con sede en Nueva York, dijo en un reporte el viernes que hubo masacres en los pueblos de Bayda y Banias el 2 y 3 de mayo. Dijo que el reporte se basó en recuentos de testigos que vieron o escucharon a tropas del gobierno detener y matar a sus familiares. Activistas del grupo entrevistaron a 15 residentes de Bayda y cinco de Banias, así como a sobrevivientes y activistas locales para compilar una lista de nombres de 167 muertos en Bayda y 81 en Banias.
Los dos poblados tienen poblaciones predominantemente suníes, la secta musulmana que es dominante en la rebelión contra el régimen. Están en la zona costera, corazón de la secta alauí, una rama del chiísmo y el grupo al que pertenece el presidente.