La Organización Internacional del Trabajo (OIT) adoptó un nuevo tratado el Convenio 189, sobre las trabajadoras y los trabajadores domésticos; hasta el momento ocho países han ratificado la herramienta internacional, que protege y extiende las garantías fundamentales de la clase trabajadora.
Cifras de la OIT revelan que hay al menos 53 millones de trabajadores y trabajadoras domésticas en el mundo y otros 10.5 millones de personas menores de edad que se desempeñan en ese ámbito; el 83 por ciento son mujeres y niñas.
El nuevo Convenio se convirtió en vinculante el 5 de septiembre de acuerdo con las normas establecidas en el derecho internacional; será obligatoria la ratificación por parte de los países que son miembros de la Organización Internacional del Trabajo.
Hasta la fecha, ocho Estados miembros de la OIT, Bolivia, Filipinas, Italia, Mauricio, Nicaragua, Paraguay, Sudáfrica y Uruguay, ratificaron el Convenio 189 y otros países como Venezuela, España y Singapur, ya habían adoptado legislaciones que protegen los derechos de la clase trabajadora de casa particular.
Tanto el Convenio como recomendaciones previas de la OIT, sirven como punto de partida para la adopción de nuevas políticas, que reconozcan la dignidad y el valor del trabajo doméstico, aseguró Manuela Tomei, Directora del Departamento de Condiciones de Trabajo y Equidad de la OIT.
Las y los trabajadores domésticos laboran en hogares privados, con frecuencia sin condiciones de empleo claras, sin estar registrados y excluidos del alcance de la legislación laboral; en condiciones deplorables, bajo explotación laboral y abusos de sus derechos humanos.
La investigación de la OIT sobre trabajo doméstico en el mundo reveló que sólo el 10 por ciento de los trabajadores domésticos estaban cubiertos por la legislación laboral nacional en la misma medida que el resto de trabajadores.
La falta de protección jurídica aumenta la vulnerabilidad de las y los trabajadores y hace más difícil la búsqueda de soluciones, como resultado, sus salarios son con frecuencia inferiores a los de otros trabajadores en ocupaciones similares y sus jornadas laborales son más largas, concluyó Tomei.