José Martí­ (tercera parte y final)


í“scar Enrique Alvarado S.

Aprovechando el Pacto del Zanjón llegó a Cuba en donde trabajó en bufetes y colegios, teniendo relación con veteranos de la guerra de los 10 años, entre ellos Juan Gualberto Gómez. En Estados Unidos colaboró con el general Calixto Garcí­a en la manera de ayudar a los patriotas que luchaban en la isla. Declaró que llegarí­a el momento de luchar por otra independencia, desligarnos del poder económico de los Estados Unidos.

Sus viajes, por motivos revolucionarios en fábricas, talleres, ciudades, emigrados cubanos, tuvieron como escenarios los siguientes sitios: Nueva York, Filadelfia, Nueva Orleáns, Tampa, Cayo Hueso, Nassau, Veracruz, Jamaica, Haití­, Santo Domingo, Puerto Plata, Costa Rica y Panamá.

Manifestó sus ideas, principalmente a los obreros de la elaboración de tabacos; en 1892 fundó el Partido Revolucionario Cubano en Cayo Hueso, creó el periódico Patria. Consiguió el apoyo de los viejos generales Máximo Gómez y Antonio Maceo.

Con Máximo Gómez firmó Martí­ el Manifiesto de Montecristo, en Santo Domingo; embarcaron y pasaron penalidades hasta llegar a Playitas, en la costa Norte de la provincia de Pinar del Rí­o. Murió en la primera batalla, en Dos Rí­os; como presintiendo su muerte tuvo tiempo para escribir a su madre una sentida carta exponiendo que su vida la ofrendarí­a por la libertad de la patria.

En los siguientes versos deja ver que prefiere a las personas sencillas y humildes

Con los pobres de la tierra

quiero yo mi suerte echar:

el arroyo de la sierra

me complace más que el mar.

La historia de la Independencia cubana es amplia, con rebeliones de esclavos negros, conspiraciones, asociaciones, mártires y, las tentativas de los Estados Unidos por apoderarse de la isla. En 1895 legiones de patriotas se lanzaron a la lucha revolucionaria con la esperanza de recibir ayuda de fuera, precisamente esto lo comprendió Martí­ y no dudó en iniciar la invasión, aún con las adversidades que a otros los hubiesen desanimado, ya que los barcos con pertrechos de guerra les fueron confiscados por los Estados Unidos. Rápidamente lo hizo todo de nuevo, saliendo esta vez desde Montecristo junto con Máximo Gómez, y a pesar de que el propietario del barco se negaba a acercarse a la isla lograron desembarcar. Caminaron por lugares de difí­cil acceso, llegaron a Guantánamo y ya juntos, Antonio Maceo. Máximo Gómez y Martí­ conferenciaron sobre el futuro gobierno y la manera de llevar la guerra. Al morir Martí­ su cadáver fue sepultado por el enemigo en Santiago de Cuba. La guerra continuó.

La literatura que indudablemente leyó Martí­ es en ocasiones una dura protesta social, por ello se convirtió en un experto conocedor de los autores españoles, por ejemplo en la canción El Minero, de Alfonso Garcí­a Tejero, quien ataca la tiraní­a de los reyes. El que labra la riqueza no disfruta de glorias ni de comodidades. Enriquece a otros.

«Teme, señor codicioso,

al jornalero,

aquel dí­a venturoso

en que altanero

rompa tu infame dogal,

y con miradas adustas

alcen sus manos robustas

en vez de arado el puñal».

Existen poemas dedicados a las mujeres trabajadoras y proletarias. Karl Marx, en Londres, en 1864 fundó la I Internacional de Trabajadores. Fue la época del Romanticismo literario en España siendo una de las principales obras Don Juan Tenorio.

José Julián Martí­ Pérez, hijo de padres españoles, es decir un criollo nacido en América, se vio en el dilema de no seguir los consejos de su padre quien fue leal a la monarquí­a española, sirviendo un puesto modesto para la manutención con estrecheces de una familia numerosa. Al llegar a España aquel jovencito revolucionario desterrado, fundador de un periódico llamado El Diablo Cojuelo y de una revista Patria Libre, así­ como un pequeño drama en verso Abdala, emprendió la tarea de estudiar la grandiosa obra de los escritores. Publicó dos folletos: Presidio Polí­tico en Cuba y la República Española ante la Revolución Cubana. Se graduó en Derecho Civil y Filosofí­a y Letras.

El folklore, el baile flamenco, indumentaria, guitarras, toros, sol y campiña, forman un paisaje que Martí­ conoció y al que dedicó versos emotivos.