Las ancianas solían decir que el tiempo perdido hasta los santos lo lloran, pero evidentemente nuestros diputados, al no ser santos, no tienen por qué andar llorando o siquiera preocupándose porque este año ha sido una absoluta pérdida de tiempo apenas interrumpida para atender la voracidad de los concesionarios de las frecuencias de radiocomunicaciones y una que otra menudencia, entre ellas la aprobación del acuerdo comercial con Europa que hizo gritar de júbilo al Presidente del Congreso para afirmar que eso, ese acuerdo, bastaba y sobraba para darse por satisfechos por todo el año 2013.
Guatemala es, seguramente, el único país del mundo en el que la total ausencia de actividad en el Organismo Legislativo no causa ningún problema ni genera contratiempos. Es más, cuando hay leyes de vencimiento fatal, de hecho se resuelven las cosas porque así somos en nuestro país. La gente no ha cumplido con la ley de armas y municiones, por ejemplo, pero aunque no se ha prorrogado el plazo para que los dueños de armas cumplan con nuevos requisitos, la gente sigue portando sus pistolas u otro tipo de armamento sin mayores complicaciones y así pasa con prácticamente todo.
Nos hemos acostumbrado a que las leyes no tienen ninguna importancia y las autoridades fomentan ese irrespeto con actitudes como la del reglamento de tránsito que se publica, cobra vigencia, pero nadie lo exige porque se instala una mesa de diálogo y un paseo en moto del Presidente obliga a suspender, de facto, la ordenanza mientras se evalúa si vale la pena o no.
Al fin y al cabo, si somos un país donde la ley no se cumple ni se respeta, qué necesidad tenemos de que el Congreso desentrampe su agenda. Por el contrario, mientras menos hagan los diputados mejor para que no compliquen la existencia de los ciudadanos, dentro de ese razonamiento de que la ley es apenas un estorbo y una molestia en el paraíso de impunidad que hemos construido.
Y hay que darle un merecido reconocimiento al actual Presidente del Congreso porque su liderazgo ha sido decisivo para estos “logros” sin precedente de un año entero en el que nuestros representantes devengan su jugoso salario sin hacer absolutamente nada. Méritos más que suficientes para plantear la necesidad de su reelección en el cargo para garantizarnos otro año sin la molestia de diputados emitiendo leyes que luego nadie cumple.
El 2013 pasará a la historia como uno de los años más célebres de nuestro Poder Legislativo y al señor Muadi le cabrá la distinción de haber sido quien dirigió este paradigmático período en el Congreso.
Minutero:
Debemos estar satisfechos
con los resultados maltrechos
del año legislativo
que para nada fue productivo