Conociendo lo que ocurre en la administración pública, la captura ayer de varios funcionarios y empleados del Instituto Guatemalteco de Seguridad Social por la desviación de unos doce millones de quetzales debe interpretarse como una nimiedad en comparación con lo que se maneja y se roba en esa institución de los trabajadores guatemaltecos, pero como reza la sabiduría popular, algo es algo y aunque sea por uno de los negocios más pequeños, está bien que caigan los responsables.
El ideal sería que se capturara a los peces gordos, a los que planificaban y ejecutaban los grandes negocios en la compra de medicinas, por ejemplo, pero ya sabemos que esos hacen las cosas de manera más sofisticada y no dejan huella tan burda. Además, para eso existen los mecanismos de contrato abierto que aseguran que los negocios no sean perseguidos penalmente porque se “llenaron los requisitos” que establece la ley y todo queda como si hubiera sido una operación decente.
Por principio sostenemos que cualquier golpe que se dé a la corrupción es importante y sirve para ir sentando precedentes y para hacer conciencia de que es posible enfrentar ese flagelo que desfinancia al país y empobrece más a la población. Uno quisiera que de golpe y porrazo se pudiera entrarle de lleno a todo lo que huele a corrupción, pero la misma está tan extendida y de ese juego participan tantos que es imposible lograr resultados abrumadores. Sobre todo porque para ciertas esferas no hay siquiera investigación penal porque existe una especie de acuerdo para garantizar en forma absoluta la impunidad a los que más roban.
Pero casos como los de los Alcaldes y este del Seguro Social, sirven porque no sólo se envía un mensaje de que la pared de la impunidad empieza a tener algunas rajaduras, sino también porque deja la sensación entre los habitantes del país de que cuando se quiere se pueden lograr resultados.
Uno de los problemas existentes es que en la actualidad muchos empleados públicos saben que están en arca abierta y que nadie les hará nada por el robo que cometen. Si roban impunemente los de arriba, igual lo quieren hacer los de abajo. Debe llegar el día en que se siente un precedente también con los de arriba para que se preocupen los largos por la extensión del brazo de la ley, ahora medio tunco, pero que tarde o temprano cobrará vigor, cuando tengamos una Contraloría eficiente y un Ministerio Público no comprometido para apañar la corrupción.
MINUTERO:
Caen sólo los pequeños,
los chorreados y trigueños
no así los potentados
que terminan bien armados.