Entre robo de cabello y pañales para obreros


Eduardo-Villatoro-2013

Como se ha demostrado hasta la saciedad, es un esfuerzo inútil y pérdida de espacio dedicar artículos referentes a los excelsos grados de corrupción alcanzados en casi todas las instituciones del Estado, porque, comenzando desde la cúspide de la pirámide administrativa, nada los conmueve, los agita, los enerva ni avergüenza, al extremo de que, si usted se recuerda, hace ocho días publiqué un artículo en el que señalaba que durante 18 meses funcionarios del Renap  gastaron más de Q2 millones en viajes al extranjero y que en la más reciente diversión turística a Las Vegas esa institución erogó cerca de Q230 mil sólo en concepto de viáticos, sin incluir los pasajes aéreos de una decena de festivos peregrinos a la Meca de los juegos de azar.

Eduardo Villatoro


Pero resulta que, según revela elPeriódico, el Festival Latinoamericano de Arte y Folclore al que asistirían esos cultos burócratas y en el que no se explica por qué pisados iban a participar, nunca se realizó; pero no impidió que esas celebridades se embolsaran tranquilamente el dinero que tanto abunda en el erario, y allí están tan tranquilos, como sosegados los auditores de la Contraloría de Cuentas.

    Para no seguir gastando pólvora en zanates, porque ya no sé qué decir para referirme a los mañosos que abundan en dependencias oficiales, mejor les comparto a mis contados y apaciguados lectores dos informaciones de sucesos acaecidos en otras latitudes y que quizá nos sirva de consuelo a los aguantadores (por no decir acobardados) guatemaltecos.

    Perdidas entre numerosas informaciones aparecieron dos pequeñas notas en sendos matutinos de esta capital que me llamaron la atención, y ái va a ver usté la razón de mi curiosidad. Fíjese que un nuevo ejemplar de ladrón ha surgido en el estado venezolano de Zulia, que confío en que no sirva de ejemplo a los delincuentes chapines
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    Ocurre que taimados trasquiladores se han dado a la tarea de atacar, tijeras y armas en mano, a guapas, esbeltas, rellenitas, no muy agraciadas o cualquier tipo de mujer que se pavonee con su larga cabellera en calles y plazas, para proceder a cortarles sus melenas que seguidamente las venden por tres mil bolívares (US$476), dependiendo del largo y densidad de las guedejas.
   
    Asimismo, los hombres greñudos, especialmente muchachos que se dejan crecer la pelambrera, tampoco están a salvo de estos mal vivientes, para delicia de la gente decente que detesta a los despectivamente denominados peludos.

    Mientras eso sucede en Venezuela, más cercanos a nosotros están comportándose con celo neoliberal algunos empresarios norteamericanos y coreanos instalados en Honduras. Inspectores de trabajo investigan a filiales de las compañías automovilísticas Hyundai y Kia, ante denuncias de que los diligentes jefes de esas firmas exigen a sus trabajadores que utilicen pañales debajo de sus calzoncillos, para que cuando los apremios fisiológicos lo demanden no tengan que perder tiempo yendo al baño a expeler sus residuos sólidos y líquidos, sino que los expulsen entre sus prendas íntimas.

    (El sarcástico Romualdo Tishudo sugiere que a los diputados guatemaltecos les deberían dotar de pañales, porque se encuentran tan arduamente ocupados participando en tediosas y fatigosas sesiones de trabajo que no tienen tiempo de ir al sanitario, ni siquiera a expeler fragantes gases intestinales).