En la actualidad la capital guatemalteca y municipios vecinos a esta, enfrentan grandes desafíos, de cara al crecimiento urbano exponencial y desordenado que se experimenta desde hace algunas décadas atrás. Las dificultades lucen de múltiples formas, entre las que pueden destacarse la complicación que representa el transportarse y movilizarse en el área, el desorden del comercio denominado “informal”, la no cobertura de servicios públicos elementales a la totalidad de sus habitantes, entre otros.
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Con el pasar de los años, se complica aún más la movilización en el área metropolitana, cada vez los lapsos que los individuos pasan en sus automóviles o en las unidades de transporte colectivo son más extensos. Es común escuchar que las autoridades de tránsito estimen tiempos para que las personas lleguen a sus destinos de 1 a 2 horas, esto en condiciones “normales”, es decir, que si se presentan intensas lluvias, manifestaciones o percances viales, estos lapsos pueden ampliarse considerablemente.
En lo que a ordenamiento de ventas ambulantes respecta, han circulado imágenes en las redes sociales, en donde aparecen agentes de la Policía Municipal desalojando a una vendedora, que dicho sea de paso cuidaba a su bebé en el momento que su negocio fue destruido violentamente. Como humano indigna observar este tipo de imágenes, sin embargo, deben recuperarse los espacios peatonales, haciendo la salvedad, que no es esta la forma correcta de forjarlo.
Es difícil imaginar lugares no urbanizados en la ciudad, pero la realidad demuestra que en plena zona metropolitana existe una considerable cantidad de personas sin acceso a servicio de agua potable, y en algunos asentamientos no poseen alumbrado público ni sistema de drenajes. A lo anterior debe agregársele que muchos de las sectores formalmente establecidos como “residenciales”, carecen de manejo adecuado de aguas residuales, y algunos de estos complejos habitacionales canalizan sus desechos líquidos a las cuencas, para que posteriormente estos contaminen aguas dulces.
Por otra parte, la miopía de la cual padece la gestión pública, ocasiona que los proyectos de infraestructura sean planificados para un tiempo de vida útil poco prolongado, haciéndose insuficientes en el corto plazo. De esta manera se otorgan cuotas de responsabilidad que seguramente ostentan los distintos alcaldes metropolitanos en estas problemáticas, con la salvedad de que algunos la poseen en mayor grado que otros.
Las problemáticas anteriores, tan sólo son una pequeña parcialidad de tantas dificultades que representa la edificación de estos enormes centros poblados. Pero, al hacer un análisis del fenómeno podría establecerse que, este desorden está relacionado, entre otras cosas, con las altas tasas de migración rural-urbana que caracteriza a la sociedad guatemalteca. Sin duda que muchos se preguntan ¿porqué mencionar esta causa en especial? A lo que es pertinente responder que, su importancia radica en la complejidad del fenómeno y que esto constituye una causa que se materializa en efectos negativos para la zona metropolitana.
En conclusión, opino que la masiva necesidad de migrar hacia la metrópoli guatemalteca por parte de personas, que en su mayoría buscan una mejor oportunidad de empleo, ocasiona que el crecimiento de la misma sea desordenado, puesto que, varias personas llegan y residen en condiciones infrahumanas en lugares no adecuados. Entonces, de no atacarse las causas fundamentales acompañado de planes municipales bien coordinados, no se logrará mucho, dado que, seguiremos como hasta la fecha, atacando los efectos pensando que son las causas.