Una diputación al Congreso de la República, limpiamente conquistada, es indiscutiblemente, honorífica, lo mismo que una alcaldía y una concejalía.
Dado el desprestigio que un diputado deshonesto, si es reelegido, lo mismo que un alcalde o un concejal que no han dejado buena huella en lo que respecta a legislación, obra material y social, y que por añadidura tampoco han sido muy “cristianos” que se diga, no sólo merecen repudio, sino a la vez se perfilan como inmorales de cuerpo entero.
En el parlamento hay no pocos curuleros que se han venido eternizando por cambiar de partidos cuando se acercan nuevas elecciones o cuando huele el chojín (léase la bandeja del cohecho) para legislar lo que se pretende dentro y fuera del gobierno. Ya parecen saltamontes esos larguiruchos… Desde luego, no son todos los que son ni son todos los que están.
El pueblo está harto de la mayoría de la larga sarta de diputados. Fueron puestos, digamos así, gracias a lo decidido cuando hizo gobierno el FRG que ahora se encuentra cabizbajo y en plena picada…
El transfuguismo de muchos diputados, de alcaldes y concejales está siendo discutido como a desgano por los politiqueros del oscuro caserón de la 9ª. avenida, y es que se trata de reformar la ley electoral para dejarla como Dios manda… Tal vez así esos dignatarios” ya no se cambiarán de partidos como cambiarse calzoncillos….
Todavía estamos relativamente lejos de las elecciones generales que detienen la vida activa y productiva del cotarro en perjuicio de este pueblo aletargado y aguantador, pero los politiquientos del partidismo ya están sonando campanas ante el electorado. Y… ¿los demagogos volverán a engañar electores manipulando algo así como dados cargados?
Afortunadamente, muchos ciudadanos ya casi tienen conciencia para rechazar las pretensiones reeleccionistas.
El transfuguismo, que viene dando espaldas a la democracia, puede también mandarse al diablo al promulgarse una ley de preceptos claros y contundentes…
Ni los pocos diputados que marcan la diferencia en el recinto parlamentarios, ni los alcaldes y concejales que han mejorado en una forma u otra las condiciones materiales, sociales y culturales en el sentido lato de la palabra, deben estar sumergiéndose en las aguas turbias del reeleccionismo para no suicidarse políticamente, pues dejarían de alzar cabeza ante la masa electoral. ¡Que no les quepa ni la menor duda!
Esa gente de la clase política ha difamado a la democracia; ya estuvo como en engorde, eructando y regodeándose en las mamandurrias, por lo que, si se creen honrados, si respetan los deseos del pueblo y verdaderamente quieren a esta pobre patria, ni en sueños deben pensar en seguir mangoneando saltando como batracios de un partido a otro u otros que los han soportado en las posiciones burocráticas. Más bien deben ir decidiéndose a trabajar en la llanura por estar ya en la llenura…
Pues bien, mandar al sepulcro al transfuguismo, significaría uno de los primeros pasos hacia el desagravio a los ciudadanos de los diversos lugares de la república que, al influjo de la demagogia de los líderes del partidismo, emitieron como tontainas sus votos en el evento electoral de hace casi dos años.
Ya hemos tenido ingratas experiencias en lo que hace a elecciones de alto coturno y, por consiguiente, no sigamos cometiendo errores garrafales que redundan en perjuicio de este sacro suelo centroamericano digno de un presente y de un futuro promisorio.
Aprendamos ya a actuar cívicamente como ciudadanos previsores para llevar a los ciudadanos y ciudadanas más capaces y probos a las encumbradas posiciones del régimen de gobierno nacional y de los cargos municipales de todo el país.