Dos poderosas explosiones que estremecieron el viernes la tensa ciudad de Trípoli mataron a por lo menos 27 personas, hirieron a 350 y causaron una extensa destrucción, informaron funcionarios del ministerio de salud del Líbano.
Las imágenes de la televisión local mostraron espesas columnas de humo negro sobre la ciudad y cadáveres dispersos entre automóviles incendiados, en visiones reminiscentes a las de la guerra civil libanesa de 1975-90.
Las detonaciones agravaron las tensiones en el Líbano ocasionadas por la guerra civil en la vecina Siria, que ha polarizado la nación entre partidarios y oponentes del régimen del presidente sirio Bashar Assad.
Trípoli, una ciudad donde predominan los musulmanes suníes, ha sido sacudida por frecuentes choques entre suníes y alauíes, un desprendimiento del chiísmo al que pertenece Assad. Pero en esa ciudad no ha habido prácticamente este tipo de ataques en los últimos años.
Es la primera vez en años recientes que las explosiones causan víctimas en bastiones suníes y presumiblemente aumentarán las tensiones sectarias en el país.
Nadie se responsabilizó inmediatamente por los ataques, que plantearon la amenaza de una posible cadena de represalias entre suníes y chiíes.
Funcionarios de seguridad dijeron que los explosivos detonaron cerca de mezquitas en el día de oración de los musulmanes, cuando los templos suelen estar llenos. Un funcionario informó que una de las explosiones ocurrió frente a la mezquita Taqwa, donde suele orar el jeque Salem Rafei, un clérigo salafi opuesto al grupo miliciano chií Jezbolá que domina gran parte del país. No estaba en claro si estaba en ese momento dentro de la mezquita, pero la Agencia Noticiosa Nacional dijo que no resultó herido.
El funcionario agregó que la explosión se produjo cuando los feligreses salían de la mezquita. Habló con la condición de no ser identificado de acuerdo con la reglamentación.
La segunda explosión tuvo lugar cinco minutos después en el distrito de Mina, frente a la mezquita Salam. Los predicadores de ambas mezquitas son enérgicos oponentes de Assad y de su aliado libanés Jezbolá.
Los ataques se han sucedido en los últimos meses contra bastiones chiíes en el Líbano, particularmente después que Jezbolá empezó a participar activamente en la guerra civil siria en favor del gobierno de Assad.
El 15 de agosto, un automóvil cargado de explosivos estremeció un bastión chií de Jezbolá en un suburbio del sur de Beirut donde mató a 27 personas e hirió a más de 300.