El cinismo desnuda hasta dónde hemos llegado


Oscar-Marroquin-2013

Las declaraciones del Alcalde de Chinautla afirmando que él puede hacer lo que le da la gana con los setenta mil quetzales al mes que devenga de sueldo y que sus parientes pueden seguir y seguirán participando en contratos para ejecución de obra pública porque según él basta y sobra con que lo hagan a través de sociedades para que la ley se los permita, pueden parecer demasiado burdas, pero simplemente son la expresión verbal de lo que en el fondo piensan y hacen los funcionarios públicos en nuestro país con constante y total cinismo y desfachatez.

Oscar Clemente Marroquín
ocmarroq@lahora.com.gt


No todos son tan cuerudos como para decirle a la prensa que sí, que se están hartando con el pisto del pueblo y qué… la mayoría tienen recato para aceptar públicamente lo que hacen, pero lo fundamental es que el comportamiento es general. La única diferencia es que Arnoldo Medrano está convencido de que encontrándose más allá del alcance de la ley, acepta de manera lapidaria que si él quiere compartir sus ingresos con otros alcaldes y les paga, lo hace de manera descarada, con cheques personales porque las huellas no tienen la menor importancia.
 
 La franqueza de Medrano sirve para ilustrar la mentalidad de los servidores públicos en Guatemala y su absoluta confianza en que la población no sólo no va a protestar ni a molestarse por el uso que se hace de los recursos del Estado, sino que hasta es absolutamente posible que mediante los mismos procedimientos y recursos que se usan para ganar y ganar reelecciones, se pueda movilizar a unas 15,000 personas dispuestas a respaldar al cacique, al político que se ha adueñado del puesto y que le sabe sacar raja.
 
 La lectura detenida de las declaraciones de Medrano debiera ser tarea obligada para todos los que tratan de entender cómo funciona la administración pública en el país y por qué la corrupción está tan generalizada. Pocas veces nos escupen en la cara la cruda realidad de la manera en que lo hizo el Alcalde de Chinautla, quien admitió que goza del pleno y absoluto respaldo del Presidente Pérez Molina y de la Vicepresidenta, sin que ninguno de los dos tuviera el cuidado de marcar distancia con la cínica expresión de prepotente arrogancia.
 
 Medrano es un hombre del pueblo que no siente la necesidad de andar guardando apariencias ni baboseándose a nadie sobre la forma en que se practica la política en el país y el modelo de gestión administrativa que existe. Está convencido de que simplemente está haciendo lo mismo que hacen todos sus colegas alcaldes y lo que hacen ministros, directores generales y hasta los mandatarios del país, es decir, usar el poder político para sacarle beneficio. Se trata de dirigentes que tienen clarísimo el concepto de que el ejercicio del poder tiene sentido siempre y cuando se traduzca en enriquecimiento personal. Si no es para eso, ¿para qué jodidos puede valer la pena tanto esfuerzo y sacrificio en busca de un puesto de elección o un nombramiento?
 
 Hay que agradecerle a Arnoldo Medrano su franqueza porque él no se comportó como otros que ponen cara de babosos cuando se les pregunta sobre algún negocio o se muestran indignados por la duda pública. Medrano nos dice que dejemos de estarlo jocoteando porque él puede y seguirá haciendo con su pisto lo que se le chingue la gana. Nos dice que sus parientes pueden y seguirán  formando empresas para participar en contratos para la ejecución de obra pública y que, tras afirmarlo de esa manera, de una vez avisa que va tras la reelección por enésima vez y que el partido naranja no sólo lo apoya, sino que lo arropa.

 ¿Es culpable Medrano o la gente que lo elige, reelige y apapacha?