Empoderados por el ciclo de la miseria


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En declaraciones vertidas el día miércoles de esta semana a la cadena Emisoras Unidas, el alcalde de Chinautla, Arnoldo Medrano, indicaba que haría una fiesta pública con más de 15 mil personas cuando terminaran los procesos de antejuicio a los que actualmente se encuentra sometido.

Juan Antonio Mazariegos G.


El alcalde Medrano se jactaba y señalaba, también,  que pocas personas como él podían contar con ese poder de convocatoria, y sin duda sus declaraciones no dejaban de ser ciertas ya que cuenta con esa y probablemente una mayor capacidad de apoyo, prueba de ello, las seis elecciones consecutivas en las que ha ganado la Alcaldía de su municipio y el enorme poder de negociación que tiene con los candidatos presidenciales que elección tras elección se dan de codazos para contar con que Medrano se ponga  la camisa del color de su  partido. Ahora bien, las declaraciones del Alcalde de Chinautla no tienen nada de extraño para Nuestra realidad, es simplemente la misma política de manejo de masas que manejan otros “líderes” del interior o la política que, por ejemplo, crea los cinturones de seguridad para los grandes capos del narcotráfico, por medio de la cual  se transforman en el dadivoso benefactor de un cinturón de miseria que les rodea, compuesto por miles de personas que viven en el lumbral de la pobreza o en la pobreza extrema y quienes están bien dispuestos a salir a defender a su benefactor en contra de quien sea y mejor aún si con ello se garantizan el almuerzo del día.

    Lo lamentable de esta situación es que para continuar siendo ese poderoso benefactor, estos seudolíderes necesitan que las necesidades de todas esas personas que conforman el cinturón de miseria no se satisfagan del todo, es decir, si esas gentes salen de la pobreza y alcanzan un nivel de desarrollo, simplemente ya no los necesitarán, si tienen educación pensarán mejor su voto, si tienen techo, las láminas que se regalan en cada elección ya no serán tan necesarias o si tienen trabajo y alimentación las bolsas de víveres básicos, con el apellido que les pongan, ya no harán que lleguen a enrolarse en uno u otro partido para tener acceso a un poco de comida para alimentarse. Como consecuencia de todo lo anterior, la gente más necesitada termina siendo el baluarte del cacique y las enormes necesidades de esa gente terminan siendo el seguro de que el líder pueda convocar a todo su pueblo para que lo defienda, volviendo necesario el ciclo de la miseria.

    La urgencia de atender el subdesarrollo sin duda empieza por el individuo que carece de lo básico, sin embargo, esta urgencia se acentúa cuando se multiplica por miles y esos miles son manejados para simplemente perpetuar en el poder a quien a cuentagotas les da un poco de cualquier cosa. El principio de la dadiva y del regalo es crear dependencia, el gran problema de los programas gubernamentales que regalan cosas no radica en que se sacie el hambre de quien la tiene, radica en la dependencia de individuo hacia quien le acostumbra al regalo y en la manipulación que luego el líder hace de la masa.