Las implicaciones económicas internacionales


Gustavo-Osegueda

Actualmente los países del planeta articulan un conjunto económico estrechamente relacionado entre nuevas técnicas de producción, innovaciones financieras, rapidez de los transportes y modernos medios de comunicación de masas, conocido como el mundo globalizado. Todo esto hace que nuestro mundo se reduzca a un espacio pequeño, pero sumamente interrelacionado entre sí.

Por Gustavo Osegueda
gosegueda@yahoo.com


Halford Mackinder consideró en 1919 que la Geopolítica, está condicionada por las realidades físicas de la geografía de los países, y que las cuestiones políticas dependen de los resultados de las incidencias entre el hombre y su entorno. Con base en su “Teoría del Corazón Continental”, resumió la siguiente frase: «Quien gobierne en Europa del Este dominará el Corazón Continental; quien gobierne el Corazón Continental dominará la Isla-Mundial; quien gobierne la Isla-Mundial controlará el mundo.»
Luego de la Segunda Guerra Mundial, se puntualizó un nuevo orden mundial, donde el planeta quedó dividido así: el Primer Mundo (países occidentales capitalistas), Segundo Mundo (URSS y países satélites de Europa Oriental) y Tercer Mundo (Asia Meridional, África y América Latina o Países No Alineados). El capitalismo y el socialismo lucharon por imponerse mundialmente, dando origen al mundo bipolar, iniciando el periodo de la Guerra Fría, que se caracterizó por un estado de tensión permanente entre dos bloques antagónicos liderados por Estados Unidos y la Unión Soviética. En el plano político-ideológico, el primero, defendía la democracia, la libertad y la iniciativa privada, mientras que el segundo defendía el socialismo y la propiedad estatal de los medios de producción.

Esta denominación comenzó a utilizarse como sinónimo de polarización y desde esta perspectiva el mundo se dividía en países ricos y pobres o desarrollados y subdesarrollados, también denominados Centros y Periferias.

Este orden internacional rigió hasta 1989, cuando cayó el Muro de Berlín y se desintegró la Unión Soviética, poniendo fin a la Guerra Fría y surgió un nuevo orden mundial: el mundo multipolar, donde Estados Unidos, Japón y la Unión Europea, son centros de decisión política y económica a escala mundial, quienes constantemente intervienen en los conflictos locales que se producen en el resto del mundo.
En el mundo actual, sobre todo en las periferias existen problemáticas graves aún sin resolver como conflictos bélicos, étnicos, violación de los derechos humanos, falta de reconocimiento de las minorías, en especial de las poblaciones indígenas, discriminación, inseguridad, hambrunas, separatismos y regionalismos, desempleo, pobreza, enfermedades globales, etc.
El levantamiento social en Egipto y sus lamentables saldos, son una muestra clara de esta materia sin resolver. De esta manera, cualquier situación que intente desestabilizar  el orden mundial multipolar establecido, inevitablemente tiene que causar un fuerte efecto en los demás países del mundo, precisamente por la estrecha relación que existe entre todos ellos.
Las implicaciones económicas internacionales por la crisis egipcia no resultan difíciles de anticipar, creyendo que el principal impacto adverso sobre la economía mundial podría resultar mediante el canal energético, dado que Egipto no es un productor importante de hidrocarburos y prácticamente no exporta petróleo.
Sin embargo, históricamente la inestabilidad política en Oriente Medio ha conducido a un incremento de los precios del petróleo, que se ha traducido en recesiones globales como las crisis del petróleo de 1973 y 1979, y otra a principios de los años noventa, precedidas por la primera beligerancia de Irak.
La actual crisis egipcia podría generar una nueva escalada del precio del petróleo, analizada por dos vías. Una, mediante una continuada inestabilidad política, contagiando a otros países de la región, incrementando el riesgo geopolítico e incentivando la acumulación de reservas (estratégicas y especulativas) en los países productores y consumidores. Y la otra, si las revueltas terminan generando problemas en el suministro energético global a través de problemas de transporte del crudo, tanto por el Canal de Suez, Egipto, como por los Estrechos de Bab el-Mandeb, Yemen y Ormuz, Irán.
Si no regresa la estabilidad a las calles, el incremento en el precio del crudo generará aumentos en los precios de la gasolina y podrá generar aumentos de tasas de inflación, lo que obligará a los bancos centrales a elevar las tasas de interés, afectando directamente a todos, en especial a las débiles economías de los países en vías de desarrollo como Guatemala.