Ciertamente no hay gremio o sector que pueda considerarse inmune a la violencia que afecta a todos los guatemaltecos desde hace mucho tiempo sin que las promesas electorales para ofrecer seguridad con base en el uso de la inteligencia o la mano dura se concreten por ausencia de verdaderas acciones que le pongan fin a la impunidad y que ataquen las causas de la descomposición que tanto daño le hace a la sociedad guatemalteca en su conjunto.
Sin embargo, cuando se suceden hechos que en forma reiterada se dirigen contra miembros de una profesión como la de los comunicadores sociales, expuestos por su labor a reacciones de malestar de quienes puedan verse expuestos por la labor informativa que desnuda la realidad del país, es aventurado afirmar que los crímenes no tienen que ver con el ejercicio de ese oficio que levanta tanta roncha entre quienes no quieren que sus actividades sean del conocimiento público y tratan a toda costa de evitar la difusión de sus actos vergonzosos.
Históricamente el periodismo ha sido objeto de acciones de violencia porque por definición y necesidad implica la publicación de hechos que son de interés público, pero que en algunas ocasiones exponen muchas de las miserias humanas y a sus actores, lo que genera la reacción, por lo general violenta, de estas personas o de los grupos de poder que se sienten cómodos actuando en la sombra, pero que se molestan, y mucho, cuando se desnuda su proceder y comportamiento antisocial.
El periodista recibe aplausos cuando informa sobre lo que hacen otros, pero cuando esa información afecta intereses particulares, es objeto de desprecios, insultos o ataques más o menos violentos. Es una muy vieja historia y cualquier comunicador con experiencia sabe que los amigos de hoy dejarán de serlo si algún día se publica algo que lesione sus intereses.
Por ello es que creemos que el Gobierno tiene la obligación de fundamentar, con hechos derivados de investigaciones y capturas, la tesis de que la violencia contra los periodistas es parte de lo que sufre cualquier gremio o sector del pueblo de Guatemala. No nos parece responsable que, a sabiendas de los riesgos que acompañan al ejercicio de esta profesión, ni siquiera se tomen la molestia de investigar sino simplemente se laven las manos diciendo que aquí nadie está libre de la delincuencia común. Puede ser, pero también puede ser que la inseguridad general sea utilizada por quienes quieren acallar algunas voces para lograr su cometido y la única forma de esclarecerlo es si el Gobierno y el Ministerio Público hacen su trabajo de investigación.
Minutero:
No parece muy prudente
que cierren el expediente;
sí, la violencia es general,
pero contra gremio muy puntual