La mayoría de la población guatemalteca se caracteriza por tener bajos ingresos monetarios, realidad que se arrastra desde varias décadas atrás, y es por esto que las capacidades de consumo se mantienen por lo regular mermadas y condicionadas por una frontera altamente limitada. Lo anterior, es causa fundamental de múltiples efectos nefastos para la economía del país, en donde estos pueden verse materializados en la producción e importación de bienes desechables, consumo de alimentos nocivos, demanda de productos piratas o de contrabando, etc.
Cuando un individuo tiene poca capacidad de maniobra en sus posibilidades de consumo, seguramente, optará por comprar al más bajo precio sin importar la calidad que le sea ofrecida. Bajo este contexto, parte de los países llamados “Tigres Asiáticos”, se han dedicado exclusivamente a producir al menor costo posible, sacrificando de esta manera la calidad y durabilidad de los bienes que exportan, conquistando así varios mercados.
Derivado de los apresurados ritmos de vida a los que la mayoría de guatemaltecos están sometidos, complementado con los bajos niveles de ingresos y educación nutricional, se hace viable consumir alimentos de bajo precio y de rápida preparación. Sin embargo, en la mayoría de casos estos tienen efectos nocivos para la salud de los demandantes, como lo han demostrado recientes estudios científicos, en los que afirman que la comida de ciertos restaurantes no es apta para el consumo humano.
En otro sentido, la piratería ha ganado terreno en los gustos y preferencias de la población en general, puesto que, no es un sólo grupo específico de la sociedad el que participa en la compra de los distintos productos que violan los derechos de autor, sino por el contrario, es normal observar a personas pertenecientes a cualquier estrato de la sociedad adquiriendo todo tipo de estos productos.
Por otra parte, en los últimos años el contrabando de ciertos bienes ha ocasionado graves daños a algunos sectores, y uno de los ejemplos que mayor relevancia ha tomado en el medio, es lo que acontece con los expendedores de gasolina, especialmente los localizados en el occidente del país. En este caso, varios propietarios de automotores prefieren adquirir combustible de contrabando, en puestos clandestinos ubicados a las orillas de las distintas vías de comunicación –incluso carreteras internacionales–. Muchas veces, son menores los que atienden estas ventas, que dicho sea de paso lo hacen sin ninguna norma de seguridad para el manejo de estas sustancias inflamables, pero esto es obviado por los consumidores, al momento que hacen la comparación de cuánto pagarán por este combustible versus los precios de mercado de las gasolinas.
Así se podría seguir enumerando un sinfín de ejemplos en donde se manifiesta que a los guatemaltecos únicamente les interesan los precios, y no así las calidades de los bienes o servicios adquiridos. Lo interesante sería establecer las causas que ocasionan esto, en donde indudablemente destaca la referente a los bajos ingresos de la mayoría de guatemaltecos; pero también, es posible afirmar que otro generador de este fenómeno, es el surgimiento de una cultura global de comprar productos que poseen un corto tiempo de vida útil o desechables.
En conclusión, esto no es malo porque puede catalogarse como competencia que favorece al consumidor, pero no puede obviarse que esto genera elevados niveles de contaminación, además de disminuir la calidad de vida de las masas.