Adquirir BlackBerry es necrofilia


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La noticia tecnológica de ayer no sorprendió a ninguno, pero los medios no perdieron oportunidad de sacar lecciones para provecho de sus lectores y quizá para ejercer una especie de autoprédica para sus empresas. Me refiero a la nota que anunció la venta de la empresa canadiense BlackBerry.

Eduardo Blandón


Como se sabe, BlackBerry tenía tiempo de andar en alas de cucaracha, dada sus magras ventas por un producto que algunos consideran pieza de colección. Los expertos dicen que BlackBerry es un teléfono superado y las estadísticas confirman que los compradores hace tiempo migraron a mejores tierras.
 Jean-Louis Gassée, un ex alto ejecutivo de Appel, no lo pudo haber dicho mejor en el New York Times: “adquirir BlackBerry es necrofilia”. Tal vez. En lo que la mayoría coincide, sin embargo, es en las causas del declive de una empresa que estuvo en el top ten de preferencia de los consumidores americanos (51%), esto es, en la falta de innovación y la confianza de que serían siempre los mejores.
 Error grave, dicen, porque nunca como hoy los consumidores demandan cambios instantáneos, más aún en el campo tecnológico. Esto lo saben bien los directivos de Apple y Samsung, quienes frecuentemente no solo innovan sus productos, sino que multiplican sus ventas de aplicaciones, permitiendo atractivo a los compradores.
 La historia de BlackBerry es una especie de Déjà vu, pues la misma calamidad había pasado Palm, Inc años antes. Los fabricantes de PDAs (usted se recordará de las Palm), obtuvieron un éxito sin precedente con su producto. El sistema operativo webOS pareció llegar para quedarse. Pero lo mismo que los directivos de BlackBerry, Palm, Inc se durmieron en sus laureles. En la actualidad las Palm son solo un recuerdo lejano y casi inexistente.
 ¿Qué tiene que ver todo esto con nosotros? Quizá en cumplir el imperativo de nuestros tiempos que consiste en innovar constantemente. Es necesario ir más allá de lo que hacemos para brindar un valor agregado a nuestros productos. Un    descuido, un descanso sereno, un parpadeo, es suficiente para quedarnos en la cola. La experiencia lo ha demostrado muy frecuentemente.