El Atlas Mundial del Tabaco reveló que el 20 por ciento de la población mundial es adicta al tabaco, 800 millones de hombres y 200 millones de mujeres; 1 millón de personas mueren cada año debido a las consecuencias del humo de segunda mano, en su mayoría niños, niñas y mujeres.
La publicación, elaborada por Michael Eriksen, Judith Mackay y Hanna Ross, con el apoyo de la Sociedad Americana del Cáncer (ACS) y la Fundación Mundial de los Pulmones, señala que la siembra creció en el último año en unos 124 países, donde las siembras de tabaco ocupan 3.8 millones de hectáreas y generan a las tabacaleras medio trillón de dólares en ganancias anuales.
En América Latina, Chile tiene la mayor tasa de tabaquismo, en donde las mujeres y las adolescentes enfrentan un mayor riesgo de muertes y enfermedades relacionadas con el tabaco, según la cuarta edición de El Atlas Mundial del Tabaco.
Las muertes relacionadas con el tabaco se han casi triplicado en la última década; esa adicción provoca aproximadamente el 15 por ciento de los decesos mundiales, 15 por ciento de los hombres y el 7 por ciento de las mujeres, destaca la publicación.
La principal preocupación se centra en la elevación del consumo de productos del tabaco en los países más pobres o en economías emergentes, pues sus sistemas de salud no tienen la capacidad económica para enfrentar la epidemia, señala el documento.
Casi el 80 por ciento de personas que murieron en la última década por causas asociadas al tabaquismo, residían en países de medianos y bajos ingresos; en tanto que en los países desarrollados, las mujeres es la población más afectada por las consecuencias mortales del tabaco.
La industria tabaquera se aprovecha de los bajos niveles educativos y la escasa información que circula en los medios sobre el verdadero efecto del tabaco en la salud, para detener la implementación de las políticas que podrían salvar millones de vidas, señala el Atlas.
La industria ha intensificado su lucha contra las políticas antitabaco y promovido desafíos legales para tratar de retrasar u obstaculizar regulaciones sobre la colocación de pictogramas en las cajetillas, entre otras medidas, concluye el documento.