No podemos seguir en constante controversia. El pueblo reclama las malas condiciones de seguridad o de prestación de servicios del Estado y la respuesta del Presidente es salir disparado dizque para constatar la verdad de las denuncias, pero solo es para utilizar cualquier mentira que contradiga las declaraciones de los sufridos pacientes o la desconsoladora noticia publicada por los medios de comunicación social. Esas controversias ni le sirven al gobierno para contradecir, al no utilizar un sólido argumento y en cambio sí demuestran su incapacidad en hacer funcionar eficazmente la administración pública.
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Por ejemplo, ¿qué logró el gobierno al asegurar el abastecimiento del 95 por ciento de medicamentos en el Hospital Roosevelt cuando esa figura resulta ser un total absurdo si es que la diferencial del 5% es, por ejemplo, útil para quitar dolores o para detener el proceso de un infarto del miocardio o para impedir una hemorragia? Y ¿cuál fue la respuesta de médicos y enfermeras cuando demostraron que mucho del equipo hospitalario no le han dado el debido mantenimiento y por lo tanto, no es utilizable con la premura y eficiencia que ellos y sus pacientes requieren?
Las cifras y los precios de la canasta básica, según el Instituto Nacional de Estadística –INE- entidad del mismo Estado, indican que está por llegar a los Q3 mil mensuales (Q2,829 para ser exactos) y no hay chapín que no sepa que un huevo de gallina supera de sobra el quetzal, el que cada día pierde más su poder adquisitivo. Al día siguiente, la costosa maquinaria propagandística se pone a funcionar para decir que este gobierno está luchando por bajar los costos de los productos básicos y esenciales y que como resultado de ello un huevo puede adquirirse a precios asequibles para la mayoría. ¿Qué logró el general Pérez Molina, el estadista, el hombre de la mano dura, aquel personaje que se pasó ocho años gritando a voz en cuello que de llegar al poder haría hasta la imposible por poner la canasta básica alimentaria al alcance de los pobres de nuestro país? Nada, absolutamente NADA.
Y es que como la cúpula gubernamental no sabe ni pizca de precios ni de las condiciones en que vive nuestra población, aunque aseguren lo contrario, le pregunta a su ministro de Economía: -¿Cuánto cuesta un huevo? El funcionario que anda en las mismas condiciones, le pasa la chibola a su asistente, quien a su vez, en el tradicional tenis gubernativo, se la lanza a la jefa de la Diaco de donde surge la respuesta, sin percatarse que el precio “barato” que le dieron proviene del productor o del mayorista, lo que tampoco ningún integrante de la enorme burocracia estatal logra detectar, pues ignoran que al tendero de la esquina le es imposible vender a similares o parecidos precios. Entonces, ¿de algo le sirven a la población las controversias?