Orhan Pamuk: El libro negro (XXV)


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“De hecho, contar una historia es una trampa que descubren todos los infelices a los que consume la pasión de ser alguien distinto para librarse de sus tediosos cuerpos y espíritus.”

En una novela turca de misterio –calado de iceberg– , con la atmósfera del Estambul de los años setenta, tal vez, quizás, posiblemente no podía faltar un bolígrafo verde no por fuerza ubicuo, con el que los personajes en distintos tiempos y lugares escriben cosas de urgente e ignorada importancia. ¿Es el mismo bolígrafo verde o él también es otro, que quiere ser otro sin dejar de ser bolígrafo ni verde?

René Leiva


Galip, luego de dormir, por la mañana, en el piso de Celal y con el pijama de su primo y cuñado puesto, hojea los recortes de artículos del columnista y toma notas con un o el bolígrafo verde. Pero “…mientras se desayunaba… se sentía lleno de sí mismo, como si no tuviera necesidad de ser otro”.

¿Por qué Galip quiere ser Celal, y lo suplanta y vive sus pensamientos, motivos e intenciones íntimas? ¿Es Celal un titiritero lejano y silencioso gracias al poder de la palabra, quien ignora la cantidad de títeres que maneja, incluido el de sí mismo, títere éste asumido por Galip casi en cuerpo y alma?

(A desdibujada y muy caprichosa y subjetiva semejanza con Don Quijote, las lecturas y cultura personal de Celal le llevan a una ¿inofensiva? Paranoia con lógica bien sistematizada; a ser un poco la Sherezade relatora compulsiva de historias que le ayudan a sobrevivir; y más que Alicia, el espejo mismo de las endoscópicas maravillas.)

Pero Celal, a su vez, a través de sus columnas, según se entera Galip, al escribir acerca de Mevlana, el “poeta místico del siglo XIII más influyente de todos los tiempos” y fundador de una extraña secta vigente, “hablaba de Mevlana como si hablara de sí mismo… se colocaba en lugar de Mevlana…” Empero el propio Mevlana, según Celal, encontró al “otro” en el derviche Semsi Tebrizi, “un espejo en el que se reflejaran su rostro y su alma”.

Conforme al relato de Celal, cuando Semsi Tebrizi desaparece o es asesinado y arrojado a un pozo, Mevlana, desesperado, va a buscar a su discípulo y “amado” a Damasco: “un universo místico y panteísta donde lo buscado y el buscador habían cambiado respectivamente de lugar, donde lo importante no era encontrar sino caminar hacia el objetivo…” “La unidad del que busca y lo que busca… El famoso verso de Mevlana, cansado de buscar durante meses en Damasco: ‘Si yo soy él…, ¿por qué sigo buscando’?”

¿Galip, entonces, también, es un emulador de Mevlana, al buscar a Rüya por todo Estambul y, en la búsqueda, ser o llegar a ser Celal?