Soldados del Ejército guatemalteco iniciaron la custodia de varias escuelas públicas en las denominadas zonas rojas de la capital ante el acoso que sufren los estudiantes por parte de pandillas juveniles, pero con el recelo de grupos sociales que temen una remilitarización.
Los soldados, que en esta tarea apoyan a la Policía Nacional Civil (PNC), se apostaron en los alrededores y entradas de las escuelas con su uniforme verde olivo y sus armas de guerra, para resguardar a los niños y evitar que sean extorsionados.
El vocero de las Fuerzas Armadas, coronel Daniel Domínguez, explicó a la AFP que cuatro agentes están destinados a cada escuela en las llamadas zonas rojas como Ciudad del Sol, Villa Nueva y Barcenas, todas en la periferia del sur de la capital, ante al acoso constante de los pandilleros juveniles.
Afirmó que la presencia de los uniformados responde a una solicitud de los padres de familias ante el acoso y extorsiones de que son víctimas los escolares en esa región.
El portavoz detalló que se instalaron tres campamentos con 30 soldados, que funcionan las 24 horas del día y con el apoyo de unidades motorizadas.
Todos los soldados destinados a esta tarea pertenecen a la Fuerza de Tarea Tecún Umán, nombre del mítico guerrero maya que enfrentó a los españoles durante la conquista de esta región.
«La presencia de los militares es donde se tiene conocimiento que los pandilleros extorsionan a los alumnos y a los maestros», insistió Domínguez, quien aclaró que en esta tarea el ejército sólo apoya a la Policía Civil.
El director del humanitario Grupo de Apoyo Mutuo (GAM), Mario Polanco, dijo a la AFP que las organizaciones sociales ven con recelo el involucramiento del ejército en actividades de seguridad pública, porque se teme una remilitarización de la sociedad.
Además, la presencia de los militares tiene un efecto negativo en los alumnos, consideró Polanco.
«Es complicada la presencia de los soldados en las escuelas, sobre todo por los resabios que existe de la guerra y el temor que pueda crear debido a la brutalidad con que actuó el Ejército durante la guerra», agregó el activista.
Sin embargo, consideró que «la debilidad y la infiltración del crimen en la policía, permite que el Ejército se inmiscuya en asuntos de seguridad civil, que no le corresponden».
Además, el involucramiento de las Fuerzas Armadas en las tareas de seguridad civil promueven la militarización de la población e incrementan el presupuesto anual, que este año fue de 142,8 millones de dólares, al que se añadió unos 16,4 millones adicionales precisamente para financiar las labores de apoyo a la Policía.
«En Guatemala es urgente definir una política de seguridad, en la cual se fortalezca a la policía y se defina el papel del Ejército», recomendó Polanco, tras indicar que la sociedad civil ya envió una propuesta al presidente Oscar Berger y sólo falta implementarla.
Las pandillas juveniles causan temor y zozobra en Guatemala y otros países de Centroamérica y sus tentáculos alcanzan a México y Estados Unidos.