¿Qué ha aportado su oficio de poeta, que ha ejercido durante más de 60 años, a usted y a sus lectores?
Talvez, me ha dejado el placer de enseñar. Fui de los primeros escritores que impartieron clases de creación literaria. 40 libros de poesía señalan la trayectoria de un poeta revolucionario, de izquierda, que sigo siendo. Ahí queda la belleza capturada en obras de arte. Porque eso es la poesía. Como dice Eduardo Galeano: «Los poetas servimos para cantar lo bueno que tiene la humanidad y condenar lo que le hace mal». Servimos para denunciar las condiciones tremendas en que se da la vida de las personas.
¿Se puede hacer poesía que se aúne a la militancia política?
Que eso no se pueda es una tesis de Octavio Paz. No está bien eso. El poeta debe ser testigo de su tiempo. Dejar testimonio de esas luchas por la libertad, la independencia, la revolución. Paz decía que la poesía debía ser pura, aunque él también hacia política. Había que cantarle a él, para que dijera que uno era poeta. El que no lo hacía, no podía publicar. Una vez llevé un libro al Fondo de Cultura Económica (FCE), y me dijeron que si no tenía una recomendación de Paz, no me publicaban nada.
Esa militancia de izquierda le ha impedido, talvez, ser aceptado por otros poetas, ¿Cómo sobrevive un poeta sin la aceptación de las grandes cabezas culturales?
Sólo tuve diferencias con los poetas de derecha, que son enemigos naturales de los de la izquierda. Ellos, los que se creen puros, son los ricos, los que manejan las casas editoriales. Uno sobrevive ignorándolos. Nunca fui amigo de Paz por esa diferencia de pensamiento.
¿Fue un recurso para ganar libertad el publicar en pequeñas casas editoriales?
Una o dos veces tuve que pagar para publicar. Luego encontré la editorial Praxis, que me pareció buena. Más tarde, llegó un gerente editorial al FCE que no me conocía personalmente, pero que conocía mi poesía por haber sido jurado del Premio Nacional de Poesía Jaime Sabines (premio que Otto-Raúl González recibió en 1989 por El conejo de las orejas en reposo). Entonces, este hombre me llamó, me felicitó por el poema premiado y quiso publicarme un libro. «Una antología», le dije. «Â¡Sí, una antología, perfecto!». Al fin, me publicó el FCE, cuando Paz ya había muerto.
(Huitzil uan Toxtli se llama esa antología de Otto-Raúl González. El título es un vocablo maya que se traduce a Colibrí y conejo. «Esos son mis nahuales, siempre me he identificado con ellos», afirma el poeta. Luego, empuja con el dedo índice un pequeño colibrí de madera que cuelga de una de las repisas de su librero. Y se queda como hechizado con el vaivén de la avecilla multicolor).
¿Qué temas son los que más disfruta abordar en su poesía?
Me gusta cantarle a la naturaleza. En primer lugar a la mujer. Luego, a la naturaleza, que es otra mujer. Con eso, todo ya está completo. Claro, también disfruto hablar de la lucha social y la lucha por la libertad.
¿Cree aún en las revoluciones y las utopías que ha defendido a lo largo de su vida?
Lo que pasa es que con Gorbachov se disolvió la Unión Soviética y se acabaron los partidos comunistas. Eso fue una victoria política del imperialismo de Estados Unidos. Los resultados son que ahora Bush se cree el rey del mundo y va a Irak e Irán? esas cosas de atacar los países. A ver si no se jode luego a Venezuela, y luego le trae ganas a Cuba?
Aunque ya no hay partidos comunistas, creo que siempre habrá pensamientos de izquierda. Es decir, ideas de acabar con la dictadura, que los hombres vivan mejor? ya no hay comunismo, pero hay humanismo, eso no se va a acabar nunca: la aspiración a la libertad, a la vida sin miseria ni explotación del hombre por el hombre. Eso sigue vigente. No hay comunismo, pero hay y seguirá habiendo humanismo, que hoy trata de acabar con el imperialismo del loco de Bush.
¿El hombre es una criatura equivocada?
(Risas. En sus pupilas, dentro del círculo verde de sus ojos que se van recubriendo de cataratas, persiste una chispa que los ilumina.)
Yo creo que eso no es para que uno se ría así como lo acabo de hacer. Es algo que hay que tomar en serio. Aún hay muchos líderes y ejemplos. El Che Guevara es uno. Son figuras que no envejecen, de las que la gente tiene un retrato mental que se queda para siempre, como ejemplo de lucha.
¿Cómo surge su afición por las palindromas y anagramas?
Fui invitado para presentar libros en el programa sabatino de televisión Sopa de letras con Jorge Saldaña. Ahí comencé. A todos les gustaría escribir palindromas. Publiqué un librito, Palindromagia, en el que recopilé palindromas de muchos mexicanos, como los de Juan José Arreola, que hizo como diez muy buenos. Luego los presentaba en el programa de Saldaña. Ahí, un amigo me dijo que leyera también mis propios poemas. También presentaba eso mismo en Hospital de la palabra de Radio Educación, que dejé hace dos años.
¿Todavía existe la Pluralidad Mexicana de Palindromistas?
(Ríe al recordar a aquel grupo de amigos y cazadores de palabras, el PMP, que nació en una mesa de cantina y como testigos de su aparición oficial tuvo a las dos meseras que los atendían).
Sí, de vez en cuando veo a esos compañeros. Pero ya estamos todos viejos. Cuando la fundamos éramos jóvenes. Había uno que era de origen guatemalteco como yo, í“scar René Cruz, que tiene una librería y una editorial. Ese muchacho sí que llegó lejos en la palindromología.
Eso surgió porque a mí me encantan los juegos de palabras. Mira, por ejemplo con tu apellido: yo tuve una novia cuya pareja se apellidaba Rojas; cuando me la enamoré le dije «Â¿porqué no arrojas a Rojas y te vienes conmigo?»…
¿En qué trabaja hoy en día?
Pues hago algunas notas para periódicos y acabo de mandar a prensa un libro de poemas que se llama La vuelta al mundo en 80 poemas? es más, te lo voy a enseñar.
(Otto-Raúl González se levanta con su ritmo lento y cauteloso. Se dirige hacia su escritorio y pega los ojos a las carpetas que yacen allí. Toma un fólder negro donde se lee el título de su más reciente libro, que hace un recorrido en versos cortos por los lugares que ha pisado el poeta y que guarda en la memoria. Desde su natal Guatemala, traza un recorrido que lo lleva a Cuba, Panamá, Costa Rica, Vietnam, Praga?).
¿Por qué elige presentar las reediciones de Diez colores nuevos, Sea breve y Cuentos de brujos y chamanes de entre su vasta producción literaria?
Porque Diez colores nuevos es un libro que se ha reeditado 35 veces. No creo que sea mi mejor libro, pero sí el más reeditado. La humanidad tiene mucho de todos esos colores inventados por mí. De ahí, el Anadrio es el color más hermoso, porque es el color de la alegría. Busque ahí en la página 14 del libro. A ver, lea, a ver si no me equivoqué de página.
(Otto-Raúl no se equivocó. Conoce de memoria los diez colores que inventó en ese, su libro más conocido:
Quien primero vio una nube de color anadrio
era un joven pastor de diecisiete abriles
que más tarde fue monarca de su reino
y hombre feliz hasta decir ya no,
porque el anadrio es el color de la alegría
y de la buena suerte)
«Luego, De brujos y chamanes es la segunda edición que hizo el Instituto Mexiquense de Cultura. Y Sea breve había salido en una edición de cien ejemplares en una editorial que me tomó el pelo: me dieron diez de esos ejemplares y querían que se los comprara a 70 pesos cada uno».
(Toma una de esas ediciones viejas de Sea breve, un libro de cuentos ultracortos, de la editorial Minimalia. Lo abre por la solapa y muestra la foto que acompaña esa edición: es la imagen de un Otto-Raúl González niño, con sombrero de paja, montado en un caballo de plástico sobre una base de rueditas. «Este es el único caballo que he montado en mi vida (risas) ¿Verdad que está muy buena la foto?»).
¿Ha mejorado la situación de Guatemala, el país donde nació usted, en los años recientes?
Aparentemente, sí. Hubo un tiempo de dictaduras militares inhumanas. Los coroneles se arrebataban el poder los unos a los otros. El país era como un pastel por el que se peleaban. Se hizo una guerra de guerrillas que al fin logró firmar la paz. Hoy hay paz y no hay coroneles bandidos, sangrientos y fecales, como les decía el gran poeta guatemalteco Luis Cardoza y Aragón.
¿Se siente satisfecho con las cosas que ha logrado hasta hoy en su vida?
Sería yo muy presumido si dijera que no. Me siento satisfecho, pero como aún estoy vivo, creo que seguiré escribiendo, hasta que se me pare la pluma. La pluma aún no se detiene, sigue y sigue escribiendo? pero bueno, tengo 84 años cumplidos. Es ya una vida bastante larga. Yo sé que debe llegar un final. En mi caso, está muy cerca. Estoy preparado para recibir a esa novia que se llama muerte. Ni me apena, ni me preocupa, pero sé que ya está cerca el final.
¿Le interesan los homenajes póstumos?
Seré recordado como un escritor más. Me gustaría que dijeran que era un buen poeta. Hasta ahí.
* Subdirector de Difusión y Relaciones Públicas, de la Coordinación Nacional de Literatura de México. Tomado: http://literaturainba.com/escritores/otto_raul.htm