¿Quién paga?


Editorial_LH

Hace ya algún tiempo que la Municipalidad de Guatemala adoptó la modalidad de negociar con particulares para la realización de obras viales que beneficien especialmente a los desarrolladores de proyectos y de esa cuenta han proliferado pasos a desnivel que no cumplen con ninguna función efectiva para resolver problemas de tránsito, sino que se orientan a facilitar los accesos para edificios, centros comerciales o colonias.


Se promocionan las obras, sin embargo, como si fueran de interés colectivo y una muestra es la realizada al final del boulevard Los Próceres e inicio de la carretera a El Salvador, donde la construcción de un retorno bajo tierra causó serios problemas durante meses a miles de automovilistas y se dijo que con ello se resolvería un serio problema vial. Al concluir la obra resultó que el problema es mayor que antes y ahora expertos municipales anuncian que tendrán que hacer otro paso a desnivel al Oeste del ya ejecutado para permitir un acceso fácil a la Zona Pradera. Pese a las advertencias que por sentido común abundaron cuando se estaba realizando la construcción, la Municipalidad no tomó en cuenta que ese retorno haría más serio el problema para quienes viniendo del Este se dirigían al Oeste de la ciudad.
 
 El nuevo viaducto que se deberá realizar, supuestamente a pocas cuadras del retorno bajo tierra que es un mamarracho al que bautizaron con el nombre del Papa Francisco, tendrá sin duda un elevado costo y el mismo no será pagado por los desarrolladores de las cuatro torres que se beneficiaron con un retorno que carece por completo de sentido, salvo el de atender la demanda de la Zona Pradera. Seguramente que se hará la obra cargando la contribución por mejoras a los vecinos y todos los habitantes del Municipio tendrán que poner parte, vía sus tributos municipales, para financiar el trabajo que haga falta realizar.
 
 El problema es que la Municipalidad de Guatemala no enfoca los problemas con criterio técnico y las “soluciones” viales que plantea son al gusto del cliente, es decir, para quedar bien con inversionistas que necesitan proyectos para mejorar la plusvalía de sus obras. Con una mentalidad de ese tipo es imposible confiar en que algún día tengamos verdaderos distribuidores viales que sean de beneficio colectivo.
 
 En todas las ciudades del mundo, el automovilista tiene que hacer recorridos adicionales para llegar a su destino con el fin de no entorpecer el tráfico pero en Guatemala basta que los promotores de una inversión hablen con alguien en la Alcaldía para que les diseñen y ejecuten obras en su directo beneficio, aunque perjudiquen al resto de la población.

Minutero:
Hablan de política decente
y empiezan por comprar diputado;
ofende al que es inteligente
que piensen que es tan tarado