El tema de la desnutrición infantil fue calificado por el Presidente de la República como una vergüenza para todos y ordenó a su ministro de Salud Pública a que se hiciera acompañar del Secretario de Seguridad Alimentaria para usar canales amistosos a fin de explicar la política de gobierno sobre el tema. Precisamente el carácter complaciente impidió que se pusiera en su lugar a ese ministro que es el responsable de querer resolver el problema de la desnutrición por una vía expedita, la de acallar informaciones que evidencien la incapacidad de las autoridades para atajar la muerte de niños afectados de la manera más grave.
En efecto, el ministro de Salud Pública pasará a la historia por haber destituido al médico que informaba a la prensa de las muertes por hambre en el oriente del país. Y es que el tema hay que verlo desde la perspectiva de que no se pueden resolver los problemas si no se encaran, si se tratan de ocultar mediante el escamoteo de informaciones.
Como periodistas no se puede eludir la obligación de preguntar al ministro por qué dispuso la destitución de un abnegado pediatra del hospital de Jalapa que fue el paño de lágrimas de muchas familias que sufrían porque sus niños eran víctimas de condiciones patéticas de hambruna. Salvó muchas vidas, pero también tuvo muchos casos en los que ya nada se podía hacer por el avanzado estado de desnutrición de los pequeños y cuando se producía alguna muerte, su conciencia le obligaba a señalar el caso, a comunicar a los guatemaltecos esa vergüenza que ahora reconoce el Presidente Pérez Molina cuando habla de la desnutrición como un problema que nos debiera de avergonzar a todos los guatemaltecos.
Ofrecerle al Ministro en bandeja una plataforma para que se haga propaganda sin inquirir sobre la razón por la que impuso mordaza a un médico que no hizo más que cumplir con su deber y alertarnos a los guatemaltecos sobre una situación inhumana y cruel es impropio. Porque nunca vamos a salir adelante falseando datos, manipulando estadísticas y dando informaciones que no se pueden corroborar en el campo porque los problemas subsisten y no hay una política tangible para atajar la falta de alimentación que agobia a miles de familias.
La desnutrición es un serio problema social que tiene, por supuesto, implicaciones en el tema de la salud pública, pero hace falta mucho más que verborrea para mejorar las condiciones existentes en el país. Y mientras se quiera tapar el sol con un dedo, imposible creer en la buena fe de los funcionarios.
Minutero:
Es imposible ocultar
nuestros problemas sociales
mas no se debe alabar
a los que ignoran los males