Solo por obra de un milagro, en los que casi no creo, el Congreso de la República se opondría a la aprobación de bonos por 3 mil 500 millones de quetzales, según la urgencia del gobierno de Otto Pérez Molina. Sucederá, con toda certeza, lo de siempre: entrará en negociación cada bloque y, finalmente, saldrá victorioso nuestro flamante gobernante.
No se necesita una bola de cristal. El Congreso casi siempre baila la música que le tocan, especialmente si hay dinero de por medio. Y aquí hay mucha plata. Demasiado para ilusionarse con argumentos de moralidad inquebrantable. Los señores adoran a Mammony lo tienen muy claro.
El juego es el de siempre. Primero denunciar la jugada con traje blanco. Inmaculados, acusan al gobernante de turno por “la gran estafa”. Segundo, señalar a colegas venales, afirmar que hay algunos que se venderán al postor. Tercero, la primicia de los diarios: “bonos aprobados por mayoría calificada”. Por último, la justificación: “no aprobarlos habría sido una enorme irresponsabilidad”.
Usted, si tuvo alguna esperanza respecto a la conversión de los políticos, quedará defraudado (por enésima vez). Si perteneció al grupo de los escépticos, como yo, dirá, “una vez más, no hay mayor sorpresa”. Y la vida seguirá igual. El golpe habrá sido dado y Guatemala continuará empobreciéndose con paso firme y seguro.
O sea que la aprobación de los bonos es “crónica de una muerte anunciada”. Lo contrario, como le dije, sería un inmenso milagro. Pero eso no podría ocurrir en un lugar como en el Congreso de la República, donde la regla es aprovechar esas circunstancias para engrosar las cuentas personales.
Eso lo sabe bien nuestro Otto. Avezado en política criolla, conoce los argumentos que cuentan con los diputados. No los conceptuales, sino los económicos. Sabe que son perros de presa que no se niegan al dinero. El Congreso es el lugar de los negocios del país, uno de tantos, espacio en el que corre mucha plata y es el estímulo seguro de los proyectos.
Yo estimo que en los 3 mil 500 millones de quetzales que se solicitan, ya está presupuestada la cuota a pagar por el proyecto. Es un business mayúsculo que involucra a muchos. Sería hermoso que un día se investigara el paradero de los recursos, pero aún más, encarcelar a quienes hoy hacen su agosto con el erario público.