En las salas de Emergencia de diferentes especialidades médicas de manera frecuente acuden personas que demandan atención en salud. Pero aunque su queja inicial consista en determinar lo factible de una enfermedad de tipo orgánico. Es bastante usual que el malestar de las consultantes sea debido a un conflicto emocional. En este artículo se describe una historia de tantas.
Luciendo despavorida, respira muy agitada, sus ojos desubicados que resplandecen espanto. Viene vestida en camisón blanco con pequeñas flores rosadas y violetas con un revuelo en el cuello de la misma tela. El camisón forma una campana al caer sobre su cuerpo, y no deja entre ver nada, sobre el mismo una bata celeste y en los pies pantuflas de dormir del mismo color. Su atuendo coincide con el que podría ser de su madre.
Al parecer estaba en su dormitorio cuando algo terrible le sucedió. Su cara con una blancura que se inclina más a la palidez, joven, bastante joven, tal vez en sus quince. Su pelo pintado de rubio, despeinado y encrespado. Atónita como la gente que vive un hecho inverosímil, pero que se establece en su realidad. Sólo se deja llevar en su momento de ausencia.
Es conducida a la emergencia de maternidad con un séquito de personas detrás de ella. Personas en apariencia de condición sencilla, que pretenden cargarla ante su imposibilidad. Una mujer sesentona, canosa, delgada, con señales de dolor de antaño, quien se conduce con seguridad, y dicta que hacer a los otros. Tras el séquito un hombre de estatura pequeña que se observa preocupado, embebido en observar el estado de la joven. Tras de él otro joven que trata de ayudar, pero parece confuso en a quién ayudar.
Es mi nuera, dice la mujer canosa. Tiene dos meses de embarazo, y padece de los nervios. Es mi esposa, dice el pequeño. La joven al oírlos, comienza con mayor grado de agitación. La doctora de la emergencia, aparta a los acompañantes. Permítanme que hable con ella y que pueda examinarla. Ellos a su disgusto, la dejan con la galeno y se retiran a las bancas de espera.
La doctora observa como la joven se va desacelerando en su respiración y angustia al estar ya sola con ella y procede a entrevistarla ¿Cómo te llamas? Lu, lu…cía ¿Te sientes mejor? Lucía no responde ¿Quieres hablar? Y en ese momento comienza a llorar, llora como una niña muy pequeña, con todo llanto, gemido y sollozo. El cual no es interrumpido y se deja fluir.
¿Qué te pasa? Yo, yo, estaba en la cama, y él comenzó… ¿Cómo así? Él comenzó a to, to…carme ¿Quién? Mi es, es, po, so y ¿Tú no querías? Y no responde ¿Tú puedes decirle que no quieres? dice un no casi inaudible ¿Es por eso que te sientes mal? No vuelve a responder y se mira inmersa en la pregunta y carente de respuestas. La doctora es conmovida por la niña y la ayuda a respirar ¿Qué puedo hacer por ti? Sin contestación, se queda acostada en la camilla del hospital en el pequeño cubículo de emergencia, toma una sábana y la abraza. Se observa más serena. Quédate un momento aquí en la camilla, yo iré a hablarles, mientras tú descansas.
Los familiares de Lucía se precipitan sobre la médica al verla salir. Al bajito, se le observa apesadumbrado, inquieto y ávido de respuestas. ¿Es usted su esposo? Le pregunta la doctora – Si yo soy- ¿Qué ha pasado? – Pues yo no sé, sólo estábamos juntos ya para acostarnos-La suegra interrumpe y dice: Es que está embarazada y ella es muy nerviosa, yo bien le dije a mi hijo que no la aceptara por esposa, ahora si enloquece, él tendrá que cuidarla.
Bueno señores y señora, no es para tanto, si esto es un asunto de los nervios. Pero con reposo y cuidados se repondrá poco a poco. Tal vez, en este momento no sea oportuno que tenga relaciones sexuales, al menos por una semana. Ya dirá su médico cuando podrá. Permita que su esposa descanse. Déjela hoy por la noche en observación y mañana ya será otro día. Y dicho esto, partieron con dudas, pero partieron.
La doctora, se acercó nuevamente a la joven y le dijo: todo va a estar mejor. Por el momento, ya le dije a tu esposo que necesitas descansar y que por lo menos en una semana no tienen que tener sexo, si no es que por más tiempo. Duerme, mañana te sentirás mejor. Lucía se sintió comprendida, no había hablado su verdad, posiblemente no sabía cómo decirla. Pero tuvo la fortuna que esa noche la atendiera alguien con intuición.