Sortilegio de los libros y los libros mágicos


Luis-Fernandez-Molina_

Borges imaginaba que el paraíso era como una gran biblioteca. Por su parte Charles Dickens escribió: “Mi padre dejó una pequeña colección de libros en un cuartito de arriba, al que tenía acceso del que nadie en la casa se ocupó. Desde ese bendito cuarto, Roederick Random, Peregrine Pickle, Humphery CLinkier, Tom Jones, The Vicar of Wakefield, Don Quixote, Gil Blas y Robinson Crusoe emergieron como huéspedes gloriosos para hacerme compañía. Mantuvieron viva mi fantasía, mis esperanzas de algo más allá de ese lugar y tiempo.”

Luis Fernández Molina


Ambos genios literarios sintetizan el dicho árabe: “Los libros son como jardines que se llevan en el bolsillo”. Es que los libros abren ventanas y nos trasladan a otros lugares y tiempos y nos llevan de la mano a escenarios de fantasía. Leer es un proceso en el que, mientras entretiene, combina exquisitas variantes para que nuestro cerebro vaya recreando los detalles que se van describiendo. Es una gimnasia intelectual que coordina y disciplina las neuronas. Sin exigencia nos mantiene activos, a diferencia de la televisión y el cine donde somos unos pasivos espectadores y nuestra función mental se reduce a ir digiriendo lo que aparece en pantalla. Cuando leemos que “el viento sopla frío en las ventanas y el ruido de los truenos azotan el horizonte” prácticamente escuchamos esos sonidos y casi sentimos el frío.

Pero hay más, acompañando el avance de nuestra civilización los libros han sido los depositarios del conocimiento humano y el vehículo para la transmisión de las ideas; como dijo James Russell: “son como las abejas que llevan el polen de una inteligencia a otra”.

Heinrich Heine resalta el poder de los libros: “allí donde se queman los libros, se acaba por quemar a los hombres”. La historia patentiza la verdad de su dicho. Recordemos cómo en todas las edades se convocaba a la plebe para presenciar las hogueras donde se quemaban libros; ha sido la expresión de un autoritarismo frente a la libertad de las ideas y luego las hogueras donde quisieron apagar las ideas: Calvino, Hitler, Mao, Stalin. Luego quemaron a la gente.

“Todos los libros pueden dividirse en dos clases: libros del momento y libros de todo momento” (J. Ruskin).  Inmutables en el altar de los laureles humanos están resguardados aquellos libros que son universales, inmarcesibles, válidos en su momento y vigentes siempre. Dejando de lado los textos religiosos como la Biblia o el Corán se consagran algunos libros que han sido decisivos en el decurso de las civilizaciones que nos provocaron un giro en el desarrollo de la actualidad, nos ayudaron a pensar, a visualizar la vida de una manera diferente. En otras palabras nuestra realidad sería otra si no es por esos libros. Son pensadores inspirados que nos iluminaron rincones lejanos inaccesibles al ojo de los comunes y nos anticiparon de que existen otras visiones en lo filosófico y en lo físico. Entre ellos Suma Theológica, La Divina Comedia, Principia Matemática, El Quijote, El Origen de las Especies, De Revolutionibus Orbium Coelestium, Sidereus Nuncios, El Manifiesto Comunista, La Riqueza de las Naciones.

Qué bien por la Feria del Libro y que el sector de editoriales y las autoridades de educación estén promoviendo la lectura entre nuestros jóvenes. La van a pasar bien y aprender mucho pero, más importante, van a tener una forma más desenvuelta de razonar y de visualizar la realidad.

PD. Casi escucho el lamento del erudito español Menéndez y Pelayo en sus últimos días: “Qué pena tener que morir ahora habiendo tantos libros que leer…”