“Más triste que la muerte es la manera de morir” Marcial
El derecho a la libertad de información, no es un derecho ilimitado, como todos los derechos tiene sus límites, y, aunque la ley y la Constitución, sean tan benignas y amplias con el tema, tanto moralmente como éticamente sí deben existir límites.
licgla@yahoo.es
Leí como muchos, y vi las fotografías, que narran la vida de dos muertos por una misma bala, aunque los dos, hay que aclarar, no murieron por el mismo disparo, ya que uno fue asesinado por ayudar a un ciudadano, que había sido robado, y el otro murió de la golpiza que un grupo de personas le propinó. Aunque la diferencia de edades era mínima, los caminos de ambas vidas eran totalmente diferentes, uno estudiante modelo, otro sin trabajo, con esposa y dos hijos, adicional a lo anterior, el segundo era un ladrón y asesino, que como lo demostró iba preparado a matar, porque ladrones en Guatemala existen miles, carteristas, roba celulares, y de cuello blanco entre una gran fauna, los dos primeros, sí llevan un arma, es para utilizarla, no la llevan de adorno, inmisericordemente han matado, y mientras lo permitamos, mataran a quien se oponga a sus actos delictivos. El reportaje fue desafortunado, porque presenta una comparación entre las vidas de los dos fallecidos, siendo demasiado benigno (rayando en el dramatismo telenovelero) con la historia de Diego (el ladrón) restándole importancia en la comparación, no solamente a la calidad de vida (por lo dedicado y estudioso) a Alejandro, así como al motivo de su muerte. Creo bastante injusto y aún más una apología del delito, así como un mal mensaje a la juventud, no darle el mérito merecido, ya que él murió por hacer lo que todos los guatemaltecos deberíamos hacer: Ayudar y apoyar al prójimo, por eso murió Alejandro, porque en un acto de valentía, junto a otros jóvenes con los mismos principios que él, corrió al ladrón, es de precisar que lo corrió para que devolviera lo que había robado, y esa acción le provocó la muerte, en manos de otro hombre joven, de quien hasta el momento, no se sabe si fue la primera muerte que ocasionaba.
Guatemala es un país de contrastes, en donde muchos viven en pobreza, los más en extrema pobreza, situación que los obliga a delinquir, pero, y estoy convencida plenamente de lo que escribo, está en las manos de cada quien, el camino a seguir. Es importante recalcar que quien lleva un arma (poderoso negocio el de las armas, que muchos defienden) es porque la va a utilizar, y si de un solo disparo mata a otra persona, se puede deducir, que no es la primera vez, por lo que siendo ladrón y armado es un atentado mortal, más aún en esta violenta y alienada sociedad, por lo que a mi criterio y, por desgraciadamente demasiadas experiencias familiares y de amigos, un ladrón armado, señores, es un asesino, ni más ni menos.
Por todo lo anteriormente expuesto, me parece que no es éticamente afortunado, que el mismo día y en el mimo medio, bajo el amparo de la libertad de información se realice un reportaje de dos vidas, que no tenían nada en común, la comisión del delito de uno, provocó ambas muertes, pero no en las mismas circunstancias, ese es el fondo del asunto, uno murió por defender el derecho de un prójimo, y el otro porque era el camino que llevaba, repito no se sabe cuántas muertes se llevó con él, pudo haber sido la primera o no, pero la última sí lo fue, murió no porque lo haya matado otro joven como él, fue la respuesta de la sociedad, cansada de tanta violencia, aunque los dos murieron derivado del mismo incidente, los motivos y medios fueron diferentes.