Con el propósito de humanizar la visión del inmigrante en Estados Unidos, la actriz y cineasta colombiana Paola Mendoza debuta como escritora con la novela «Los que no se quedan», un relato sobre la lucha de una madre y sus dos hijos inmigrantes por sobrevivir, basada en su propia experiencia.
NUEVA YORK /Agencia AP
«Como artista me parece muy importante mostrar el inmigrante de una manera que no estamos acostumbrados a verlo. Hoy en día en Estados Unidos el inmigrante se ve como que o es malo o bueno; o te está quitando los trabajos o es muy buen trabajador», explicó Mendoza a AP en una entrevista reciente en una cafetería cerca de su casa en el barrio neoyorquino de Brooklyn, la misma donde escribió gran parte de la obra.
«Lo que quise mostrar en el libro es la humanidad del inmigrante. Que somos como todas las otras personas: somos buenos y malos, tenemos nuestros deseos, nuestros fracasos, nuestros lamentos…», añadió la autora, que definió el libro como uno «semiautobiográfico» en el que las historias de su vida fueron modificadas o dramatizadas para darles más fuerza.
Tal como explicó Mendoza, la novela publicada por el sello C.A. Press de Penguin Group es una versión «extendida» de la película que protagonizó, escribió y realizó junto con Gloria La Morte, «Entre nos», estrenada en el Festival de Cine de Tribeca de 2009 con gran éxito.
No fue hasta después de que se exhibió en el certamen, donde recibió una Mención Honorable, que Mendoza confesó que se basaba en su propia vida.
Como en la cinta, «Los que no se quedan» relata la vida de una mujer, Mariana, hija de una familia rica y poderosa de la localidad colombiana de Buga, que se marcha a Estados Unidos con sus dos hijos, Andrea y Gabriel, para reunirse con su marido, Antonio, un joven de origen humilde.
Pero lo que parecía una gran historia de amor, llena de sueños y esperanzas, acaba súbitamente con el abandono por parte de Antonio. Sin recursos ni familia en un país extraño, madre e hijos tendrán que hacer lo imposible para sobrevivir.
«En la película la familia emigra a Nueva York, pero en la vida real emigramos a Los Angeles, tal como pasa en el libro», explicó Mendoza, que recordó que, al igual que en el libro, ella y su hermano tuvieron que pasar un tiempo recogiendo latas con su madre para sacar un dinero.
«La ayudábamos a recogerlas, era una de las varias cosas que nos tocó. Hicimos de todo en la vida real», dijo.
El libro también describe el problema de adaptación de Andrea en Los Angeles, su tensa relación con su madre siendo una adolescente y su opción de escapar de una realidad que no le gustaba entrando al peligroso mundo de las pandillas.
«En ese momento tenía 14 años», explicó Mendoza sobre su propia entrada a una pandilla. «Tenía tanta rabia por la situación con mi papá, por la situación donde vivíamos, por cómo la gente me trataba porque era latina, porque era inmigrante…».
«A mí no me importaba el futuro, no tenía ninguna esperanza, y es importante saber que una persona sin esperanza es la persona más peligrosa del mundo porque puede hacer lo que quiera porque no le importa nada», añadió.
Como pasa en la novela, la madre de Mendoza la mandó a Colombia a pasar un tiempo con una tía que vivía en una situación económica privilegiada. Algo que le sirvió para dar un rumbo a su vida de manera positiva y, a la vez, conocer de cerca la situación de guerra que vivía su país.
«Los dos años y medio que estuve en Colombia fueron los que me formaron como persona y me cambiaron la dirección de la vida», relató. «Me tocó irme de un país como Estados Unidos, que está supuestamente en paz y tranquilo y hay todas las oportunidades del mundo, para irme a uno que estaba en guerra. Y en medio de una guerra encontré la paz dentro de mí. Es una ironía, pero es algo que me cambió la vida».
En este sentido, Mendoza retrata en la novela las consecuencias personales del conflicto sufrido por su país como fue el secuestro del marido de su tía por parte de las FARC, del que pudo salir con vida.
«Junto con el tema de la inmigración el conflicto de Colombia era el otro tema importante que quería tocar», comentó. «No hay un colombiano que haya visto un día de paz en los últimos 60 años. Y eso nos afecta a los que están viviendo fuera o dentro del país. Aunque yo no he vivido en Colombia la mayoría de mi vida, la guerra me ha afectado por los secuestros, por la gente que ha muerto, por las tierras que ha perdido la población desplazada, por las historias que me han explicado».
La autora espera que el libro sirva para «inspirar a la gente que uno no puede lograr sus sueños solo, uno necesita a su gente».
Tras estudiar teatro en Los Ángeles y una maestría en Bellas Artes en Nueva York, adonde llegó dos días antes de los ataques terroristas del 11 de septiembre de 2001, la realizadora, actriz y ahora escritora de 34 años dijo que se plantea su carrera con la finalidad de «ser un puente» entre Colombia y Estados Unidos y entre el mundo más favorecido y el más desfavorecido.
«Estoy muy agradecida de poder cambiar mi vida y estoy en una posición muy única porque entiendo otro mundo. No vengo de este mundo de privilegios, de artistas, de intelectuales… Yo vengo de otro mundo», valoró.
«Pienso que mi responsabilidad como artista es hacer un puente entre dos mundos que se puedan ver como parte de lo mismo», comentó Mendoza, que dijo que está preparando junto con Gloria La Morte una película en Colombia basada en historias reales de mujeres que sufrieron violencia sexual en el marco del conflicto armado.