Rincón LITERARIO



Cuentos

Julio Cortázar

Progreso y retroceso

Inventaron un cristal que dejaba pasar las moscas. La mosca vení­a, empujaba un poco con la cabeza y, pop, ya estaba del otro lado. Alegrí­a enormí­sima de la mosca.

Todo lo arruinó un sabio húngaro al descubrir que la mosca podí­a entrar pero no salir, o viceversa a causa de no se sabe que macana en la flexibilidad de las fibras de este cristal, que era muy fibroso. En seguida inventaron el cazamoscas con un terrón de azúcar dentro, y muchas moscas morí­an desesperadas. Así­ acabó toda posible confraternidad con estos animales dignos de mejor suerte.

Lo particular y lo universal

Un cronopio iba a lavarse los dientes junto a su balcón, y poseí­do de una grandí­sima alegrí­a al ver el sol de la mañana y las hermosas nubes que corrí­an por el cielo, apretó enormemente el tubo de pasta dentí­frico y la pasta empezó a salir en una larga cinta rosa. Después de cubrir su cepillo con una verdadera montaña de pasta, el cronopio se encontró con que le sobraba todaví­a una cantidad, entonces empezó a sacudir el tubo en la ventana y los pedazos de pasta rosa caí­an por el balcón a la calle donde varios famas se habí­an reunido a comentar las novedades municipales. Los pedazos de pasta rosa caí­an sobre los sombreros de los famas, mientras arriba el cronopio cantaba y se frotaba los dientes lleno de contento. Los famas se indignaron ante esta increí­ble inconsciencia del cronopio, y decidieron nombrar una delegación para que lo imprecara inmediatamente, con lo cual la delegación formada por tres famas subió a la casa del cronopio y lo increpó, diciéndole así­:

-Cronopio, has estropeado nuestros sombreros, por lo cual tendrás que pagar.

Y después, con mucha más fuerza:

-¡Cronopio, no deberí­as derrochar así­ la pasta dentí­frico!