Las noticias sobre las últimas tragedias causadas por la desnutrición en Jalapa, ciudad en cuyo hospital se han dado varias muertes por ese flagelo que afecta a las comunidades más pobres del país, demuestran que fracasó el esfuerzo del Ministro de Salud Pública por acallar la situación mediante el traslado del eficiente pediatra que durante años estuvo haciendo esfuerzos enormes por salvar vidas y que, indignado por la falta de acción para proteger a los niños desnutridos, se comunicó con los medios de comunicación para evidenciar el drama.
En efecto, el doctor Juan Carlos Rodríguez Portillo fue trasladado de manera prepotente a un consultorio de Monjas, también en el departamento de Jalapa, para romper el flujo de informaciones que se trasladaba a los medios sobre la existencia de hambruna en comunidades de esa región y que llegaba a provocar, literalmente, la muerte por hambre de muchos niños. En vez de atender el origen del problema y de buscar soluciones al mal de la desnutrición, se dispuso castigar al galeno que se esforzaba tanto por salvar vidas y tenía tan poco apoyo que, indignado, explicaba a los medios que era poco lo que se podía hacer cuando los pacientes llegaban al nosocomio en una condición tan crítica.
Quisieron tapar el sol con un dedo, pero la verdad no se puede ocultar y así es como la prensa ha estado reportando de nuevos casos de muerte por hambruna que ameritan una reacción de la ciudadanía porque no puede ser que veamos a esos niños desnutridos sin conmovernos de que en pleno siglo XXI se den en nuestro país casos de esa naturaleza.
El problema de la desnutrición infantil en el país tiene sus raíces en la desigualdad existente en un país rico donde conviven la opulencia con la extrema pobreza. Pero la dirección de la Nación la ejercitan sectores acomodados que al momento de la toma de decisiones no piensan en lo que significa la vida de penurias en tantas comunidades donde los niños y sus familias no tienen ni siquiera para una dieta de subsistencia.
El doctor Rodríguez Portillo además de poner sus conocimientos al servicio de los pacientes, demostró su compromiso ético y moral para cuestionar el modelo social que permite que se produzcan muertes por hambre en nuestro país. Y como pasa muy frecuentemente en nuestro medio, lejos de premiarlo por su entereza cívica y moral, se le castigó porque el mediocre Ministro de Salud quiere que sus subalternos sean como él, es decir, chaqueteros que únicamente trabajan para cuidar el chance.
Minutero:
Calmando a un pueblo hostil,
llegó el papa Francisco a Brasil;
su mensaje de optimismo
es dura patada al cinismo