José Martí­ (1853 ? 1895)


Oscar Enrique Alvarado S.

En la República de Cuba se mantiene la veneración por el mártir legendario, de igual manera por todo el mundo aún existen personas que desean llevar una vida como la de Martí­, ello significa ser honesto y aun ofrendar hasta la propia vida en aras del ideal libertario.

El Che Guevara fue martiano, la admiración por el héroe la adquirió de los combatientes de la Sierra Maestra quienes leí­an la acción revolucionaria de Martí­.

Veamos algunos pequeños rasgos de su biografí­a así­ como aspectos de Cuba: toda su existencia se resume en una ardua lucha, desde niño, por sus estudios, en épocas de exilio en condiciones económicas precarias, en el campo de la literatura, siendo uno de los precursores de la corriente llamada del Modernismo, en los viajes por razones revolucionarias, en el periodismo, y cuando abandonó la tareas literarias para dedicar todo su tiempo en la preparación de la expedición militar sobre Cuba y su fallecimiento en batalla de Dos Rí­os el 19 de mayo de 1895, cuando se iniciaba la lucha lo que provocó en el ejército patriota un mayor empeño al enterarse de la muerte de quien en cuerpo y alma organizó la lucha.

Las obras completas de Martí­ son de gran enseñanza, incluyen libros para niños -La Edad de Oro-, Ismaelillo, Versos Sencillos, Versos Libres, Flores del Destierro, manifiestos insurgentes, planes de lucha sin ser él un jefe militar, colaboró en periódicos de varios paí­ses y fue representante diplomático de paí­ses de la América del Sur.

En Guatemala dictó cátedras de literatura en la Escuela Normal Central para Varones. Escribió un libro llamado Guatemala en donde expone sus viajes por todo el paí­s. El poema La Niña de Guatemala lo declaman muchos niños y adultos. Si hubiese vivido más tiempo en nuestro paí­s sin duda alguna habrí­a sido un experto de la Historia y literatura. En el libro mencionado cita a los historiadores y poetas habiendo leí­do con atención sus obras.

Fundó y dirigió el Partido Revolucionario Cubano cuando se encontraba en pleno exilio. El partido también tení­a entre sus objetivos luchar por la independencia de Puerto Rico.

Viajó a Santo Domingo para solicitar del general Antonio Maceo se pusiera al frente de la invasión armada. Martí­ ya no pudo ver lo que sucedió en los años siguientes: la guerra entre España y los Estados Unidos en 1898; la manera en que por la Paz de Parí­s la bandera de los Estados Unidos fue izada en la sede del gobierno de San Juan Puerto Rico. Consideró Martí­ que el recién imperialismo del paí­s del Norte invadirí­a de manera económica y militar a los pueblos de América.

Biografí­as sobre Martí­ han sido escritas y seguramente seguirán apareciendo nuevos datos, y nunca alcanzarí­a el tiempo para exponer lo que escribió y llevó a la práctica revolucionaria, viviendo casi siempre modestamente.

Orador de gran mérito, siempre atento a la evolución de la literatura y del proceso emancipador de Cuba, en donde lo conmueve la lucha de Carlos Manuel de Céspedes quien ofrendó con su propia vida el ideal libertario. Muchos patriotas también fundaron sociedades buscando la emancipación.

En cierta ocasión en la ciudad de La Habana una cubana me dijo que no creí­a en Martí­ debido a que tomaba ginebra. No logró convencerme pues esa fase de su vida no tiene importancia alguna. Además no debió tomar gran cantidad un hombre dedicado a tiempo completo a la lucha revolucionaria. Algunas cosas similares se han dicho, pero nunca doblegarán mi devoción por Martí­.

Continuará.