El Presidente de la República puso de pinto y colorado a los diputados cuando ordenó a sus Ministros que dejen de perder el tiempo y que no asistan más a las citaciones que les hacen desde el Congreso de la República. Dijo que no sólo descuidaban por largas jornadas sus responsabilidades, sino que en la mayoría de casos era para recibir chantajes de diputados que querían plazas o contratos para sus compadres.
Pero con todo y esa bandeada, es previsible que a la orden presidencial los diputados se pongan firmes para aprobar los bonos porque serán debidamente incentivados para que den su voto. Además, muchos de los contratistas que están cobrando la deuda flotante tienen vínculos con diputados distritales a los que les han ayudado financieramente y por ello es que en Guatemala el Presidente se puede dar el lujo de pasearse, literalmente, sobre los diputados sin que éstos le frenen negocios que son de interés de la Presidencia y del Ejecutivo en general.
De no mediar la corrupción que hay, seguramente que los bonos no serían aprobados por el pleno de diputados, sobre todo después de que trapeó con ellos el Presidente que ahora presenta la iniciativa para aprobar ese instrumento de deuda. Porque razones técnicas y morales para rechazar la iniciativa del gobierno abundan, pero son mucho más poderosas las otras razones que tienen que ver con los intereses personales, los dobletes y los arreglos que se tienen entre políticos y financistas.
Hemos dicho que los diputados, como cualquier funcionario y cualquier persona, tienen que darse a respetar si pretenden que se les respete, pero la mejor prueba de que ni ellos mismos se respetan nos la van a dar cuando en tropel levanten la mano para aprobar el decreto que marque un nuevo endeudamiento y, lo peor de todo, que consagre como legal una deuda flotante que es ilícita desde su origen y que existe por el compromiso de la corrupción.
Por ello es que hablar del deterioro institucional en Guatemala es totalmente válido, puesto que la institución llamada a ser representante de los intereses de la población y donde se vele por el bien común, está de capa caída y totalmente desprestigiada sin que le quede otro remedio que el de bailar al son que se toca en el país y que es el de los intereses y ambiciones personales que nutren la corrupción. ¿Cómo no se va a referir el Presidente a los diputados con el desdén que lo hace si sabe que basta una orden y unos billetes para que se pongan firmes?
Minutero:
La vida no vale nada
en esta sociedad desganada;
se mata por un celular
y a veces sólo por fregar