Cristina entre el olvido y el dolor


edit-gonzalez

El tiempo se desliza exacto. Ni antes ni después. El tiempo es la máxima expresión humana de la exactitud y aunque se trate de cambiarlo, resulta ser imposible atrasarlo o adelantarlo. Y hace ya dos años, 24 meses, que resultan ser 720 días. No podemos ir ni para adelante ni regresar en el tiempo. Simplemente se van marcando los minutos, con ello las horas y los días,  las semanas y los meses.

Edith González


Y estas son las simples ecuaciones del tiempo que han pasado y Cristina Siekavizza, así como sus hijos y su esposo, siguen en tiempo desaparecido. Nadie sabe nada, nadie escuchó nada y nadie ha contado nada. Hay ingredientes básicos que nos permiten determinar que alguien si sabe algo, pero se niega a contarlo. Que la autoridad ha sido indolente en éste como en otros casos que se van olvidando en el tiempo.

Porque de que pasó algo, algo pasó, y hay quienes lo saben, pero… el silencio se va volviendo aliado del tiempo y conforme los días se vuelven semanas y éstas meses y llegan los años, el misterio es más denso.

Preguntas: ¿Quién sabe lo sucedido?… ¿quién sabe lo ocurrido de manera directa a Cristina?… ¿Quién fue el perpetrador?… ¿En dónde se encuentra éste?… ¿Sabemos en dónde se encuentra el esposo y los hijos del matrimonio? Es extraño que este caso, tan atroz, y tan cruel, siga en el misterio pasados dos años y las autoridades, el Ministerio Público, los tribunales, la policía, derechos humanos, simplemente escondan la cabeza, como el avestruz, y siguen teniendo como aliados al mismo tiempo y al silencio. Resulta inverosímil que las  autoridades, que se bañan de gloria, promoviendo este o aquel operativo, las cámaras de seguridad, la ciencia como aliada de la investigación, no puedan decirnos algo sobre la desaparición de Cristina, sus hijos y su marido, Roberto, parece un crimen que nunca se podrá aclarar.

Dos años han pasado desde que ella, sus hijos y su marido, desaparecieron. Dos años hace ya que nadie sabe nada de ellos, pero también dos años de la inutilidad de las  autoridades. Sin embargo, lo que más me está pesando, es que nos acostumbramos ya a las manifestaciones del crimen, pero igualmente damos como sentado y lo aceptamos, que  éstos nunca serán aclarados.

En la frágil construcción del Estado, en estos tiempos, parece que dar certeza de vida al guatemalteco, no está en la agenda del gobierno, que por otra parte, se esmera más en el clientelismo político con sus mal llamados programas sociales, que en la fortaleza de la Nación. Cristina, en donde quiera que te encuentres, ten la certeza que el guatemalteco del día a día que se afana en ganarse la vida trabajando, ese guatemalteco que sigue siendo la fuerza del país, no te olvida. Quizás te olviden las personas que tienen la obligación de encontrarte, de informarnos de la verdad de los hechos, pero los guatemaltecos del día a día, te recordaremos siempre, porque tú vives en el conductor del autobús asesinado, en la niña violada, en la mujer maltratada… en cada uno de los crímenes impunes de los cuales ninguna autoridad responde. A tu familia, ejemplo de lucha y de coraje, nuestro respeto. Nuestra admiración  por el ejemplo de  unidad, solidaridad  y fortaleza.